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Australia riza el rizo con Zero gravity

Australia ha celebrado la primera gala de preselección de su historia y, desde mi punto de vista, esto ha sido un acierto en parte y un gran error en otra. Un acierto porque ha sido un gran espectáculo, similar a un mini Melodifestivalen, con buena calidad de luces, sonido y realización; y un gran error, básicamente, en lo más importante: en la selección de canciones y artistas que no han dado el brillo que tendría que haber tenido este espectáculo. Sólo una artista brilló de forma indiscutible en la gala, tanto por su canción como por su carisma y su vestuario, y esta fue Dami In, que desgraciadamente era la artista invitada y no entraba en concurso.

La gala fue presentada por una prima nuestra muy exaltada y su amiga mariliendre, que hicieron bastante ameno todo el proceso. Esto fue lo que sucedió y mis impresiones personales sobre el asunto:

Ella Hopper abrió la gala con Data dust, una canción rock and roll descafeinada, antigua y bastante olvidable. No tuvieron la fuerza necesaria y se notó.

Electric Fields interpretó 2000 and Whatever, intentando agrupar la cultura étnica del país y la música electrónica y que no pegaba ni con cola. No sonaba bien esta mezcla, a pesar de que el Falete australiano cantó muy bien.

Marck Vincent se equivocó al cantar This is not the end, porque sí que lo fue. Una balada operística, aburrida, que no enganchaba y que no hubiera quedado bien ni en el peor de los musicales.

Aydan cantó Dust y así fue, aburrida como un polvo mal hecho, deprisa y corriendo, sin gracia y deseando terminar. Demasiado simple y olvidable desde el principio.

Courtney Act demostró sin duda que es mejor drag queen que cantante. Interpretó de aquella manera Fight for love. A pesar de ser la concursante más conocida internacionalmente, no demostró eso en el escenario con su canción que no dio la talla.
Leea Nanos era la típica loba con piel de cordero, apocada en la presentación y una loba en el escenario. Su canción Set me free fue de las mejores.

Sheppard dieron alegría al escenario con On my way, una canción divertida que quizás hubiera hecho un buen papel en el festival.

Alfie Alcorie está tremendo sin más, da igual lo que cantara, aunque en este caso fue To myself, una balada bien cantada o eso creo, sólo me fijaba en él.

Y llegó el mayor despropósito de la noche y a la postre ganadora: Kate Miller-Heidke, más conocida como la Macarena de Sídney. Cantó una cosa que le dio por llamar Zero gravity. De verdad que no hay por dónde coger esto: la voz de ella es algo desagradable, la canción no tiene ritmo ninguno y es un batiburrillo de actuaciones como la de Estonia 2018, Moldavia y Rumania 2013, y una puesta en escena de un concierto de Madonna que yo he visto. Ganó por el televoto y por el jurado internacional, y sólo se explica porque los australianos viven invertidos y les llega demasiada sangre a la cabeza.

Por último actuó Tania Doko con Piece of me, pero de esta actuación ni me acuerdo.

En definitiva, este año, desde mi humilde opinión, Australia debería quedarse en las semifinales, porque desde luego no ha elegido bien, aunque la cosa de todas formas estaba bastante complicada. Vamos, como en cualquier preselección española, pero nosotros estamos más acostumbrados.