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Quim Monzó: «Eurovisión iguala a todos los países en chabacanería y lentejuelas»

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Quim Monzó, una de las plumas más reputadas de la literatura actual y tal vez el autor vivo más importante de la literatura catalana, además de columnista en La Vanguardia, ha publicado este fin de semana un furibundo ataque desde su tribuna «Seré breve» al Festival de Eurovisión. Monzó sigue sin explicarse cómo es posible que tras casi 60 años el festival se siga celebrando, a pesar de la galopante crisis económica actual, que solo ha apeado del certamen a Bulgaria, Chipre, Serbia, Bosnia-Herzegovina y Croacia. Una serie de argumentos en los que ridiculiza el Festival de Eurovisión le permiten defender la tesis de que el festival es una suma de astracanadas que une a Europa.

SE TRONCHA CON EUROVISIÓN

«Cuando era joven», recuerda el autor de Mil cretinos o El porqué de las cosas, «hubiese dicho que valía la pena pasar por una crisis absoluta como la que vivimos ahora para que ningún estado pudiese participar en  el Festival de Eurovisión y tuviesen que cancelarlo». Esta faceta antieurovisiva de Monzó no es nueva, ya en 2008 demostró su admiración por Chikilicuatre.

Pero Monzó reconoce que tenía sentimientos encontrados ya que por otro lado le gustaba troncharse «con la estética trasnochada del escenario, con los vestidos chocarreramente presuntuosos o los cantantes, con sus peinados grotescos, con las perpetuas sonrisas de plexiglás de los presentadores en el momento de recoger los votos». Eso sí, le reconoce al veterano festival que cuando la Unión Europea todavía era un sueño «fue el primer acto anual que todos los europeos compartíamos».

Quim Monzó se travistió en 2007 para presentar su libro «Mil cretinos».

Monzó escribe en su artículo que Eurovisión sigue cumpliendo la función de hermanar a los europeos con la misma «estética tronada, derivada a lo friqui», con canciones que define como «cancioncillas insufribles» y con presentadores con la misma sonrisa «plexiglás» de la que mostraban los presentadores de antaño. Monzó concluye reconociéndole otro mérito a Eurovisión: «Evidencia que la disputa sobre si unos estados europeos son culturalmente superiores a otros es una memez. Eurovisión iguala a todos los países europeos y demuestra que -sean nórdicos o mediterráneos, eslavos, británicos o teutones- la chabacanería con lentejuelas nos iguala».

El célebre narrador barcelonés concluye su artículo desprestigiando además a las becas Erasmus. Si reducía Eurovisión a lo chabacano, reduce la eficacia del programa Erasmus a meros intercambios sexuales. Dice de este último programa que permite «a los jóvenes europeos copular aún con más facilidad con coetáneos (o no coetáneos) de todo el continente».

Puedes leer el artículo Oda a la alegría de Quim Monzó pinchando aquí.