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Gravedad ucraniana

paco-gon-arenaPaco González-Arena /

Me encuentro fuera de España. Mi jornada laboral es larga (si la comparo con mi horario español) y, cuando termina, uno solo quiere dedicar su tiempo al ocio. Es por eso que cuesta mantenerse informado de lo ocurre en el mundo. De todas formas, intento ojear a diario algunos periódicos nacionales para ver qué me estoy perdiendo y qué pasa en otros países. Así, por ejemplo, conocí el ridículo olímpico de Mrs. Botella o, más recientemente, la polémica sobre el anuncio de la lotería de navidad o las revueltas en Ucrania.

A mí todo el tema este de las protestas me parece, no sé, como un toro. Bueno, no quiero frivolizar sobre un asunto que seguramente sea serio; más que nada porque desconozco bastante del tema por el que se queja la gente. Pero, dejadme deciros, mis queridísimos piscis, que he encontrado una conexión entre este asunto y Eurovisión.

Resumiendo mucho muchísimo lo que está ocurriendo en la tierra de Zlata Ognevich, digamos que hay un gobierno al que se le hace el culo pepsicola por Vladimir Putin. Y, por otra parte, tenemos a una parte de la población que protesta por eso (con todo lo que conlleva que alguien pierda la cabeza por semejante señor). Bueno, protestan más bien porque el gobierno ha roto un acuerdo de negociación, acercamiento, peluca multicolor (llamadlo como queráis) entre Ucrania y la Unión Europea. Cuando parecía que el país ponía sus miras en Occidente, he aquí que entra en juego la madre Rusia y, por arte de birlibirloque, consigue meter en su redil al, hasta entonces, díscolo gobierno ucraniano. Y, claro, la gente ha dicho que si esto, que si lo otro, que si tú lo que quieres es que me coma el tigre, que si se me enamora el alma y, total, la están liando parda.

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Pero todo esto me ha hecho plantearme unas cuantas preguntas. ¿Por qué? Esa es la principal. ¿Por qué quiere el pueblo ucraniano entrar o, por lo menos, negociar con la UE? ¿Creen acaso que Bruselas es como Eurovisión? ¿Creen que así pueden abrir más mercado a sus productos, a su música, a sus bragas? En definitiva, ¿creen que eso puede ser positivo? Pues, probablemente sea así. Que sea positivo, me vengo a referir.

Sin embargo, yo de esta gente no me fío ni un pelo. Me explico. Estar en Eurovisión les mola. Eligen sus canciones, que luego pasan por la sección de chapa y pintura, montan sus shows cada año, hacen sus frikadas divertidas… En resumen, todo les sale bien (casi siempre) y son como los guays de la clase. Ya nos gustaría a los españoles saber que, antes de empezar las votaciones, tenemos unos 50 puntos asegurados. Ser eurofán ucraniano debe ser la leche. Te da subidón cada vez que tu país pasa a la final (el día que Ucrania no pase, esta gente se corta las venas) y, una vez en ella, rara es la vez que no acabas en el top 10 y, en muchas ocasiones, en el top 5.

Ani

Pero ahí está el truco del almendruco. Ucrania queda bien porque se lo curra, evidentemente, pero también porque cuenta con muchos países vecinos que se rinden a sus encantos de arenitas, lentejuelas, tetas que traspasan la pantalla, bailarines musculados, folklore eurotrash… En fin, truquitos. Forman parte del lobby exsoviético con sus queridísimas Rusia, Bielorrusia, Armenia, Azerbaiyán, Georgia y Moldavia. No perdáis de vista a esta última. Menuda pieza está hecha. Estos países disfrutan formando parte del festival, mostrándose a Europa. Pero me gustaría saber qué harían si, por un casual, se quedaran solos algún año, sin vecinos. Sin nadie que les ría las gracias. No sé yo si eso sería ya tan molón. Estando con mis amiguitos puedo hacer y deshacer a mi antojo (tradúzcase hacer y deshacer como intercambiar altas puntuaciones). Ya lo decían en La bola de cristal: “Solo no puedes; con amigos, sí”.

No seré yo el que objete nada a la aportación de los países del Este a Eurovisión, pero reconozcamos que, desde que ellos entraron (unido también a un sistema de votación bastante mejorable) todo ha sido más previsible. Por eso desconfío un poco de todo el rollo pro-UE de estas revueltas. Seguramente esa desconfianza esté infundada y realmente haya políticos (y no políticos) en Ucrania que quieran formar parte de Europa en igualdad de condiciones que los demás, que es como debería ser, pero también recelo de que puedan entrar a la eurovisiva, es decir, con su grupito de amigos, dispuestos todos a ser los más molones. Aunque, sinceramente, no creo que en libertades puedan aportar a Europa tanto como sí hacen en Eurovisión. Y, a ese respecto, sí que sería muy positivo que aprendieran de lo bueno que Occidente puede ofrecerles.