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Resaca danesa (o eslovaca)

guilleGuille /

Reconozco que esta columma es la más difícil: es la del día después, es la primera después de y el recuerdo de este festival ha sido… No sé, más bien olvidadizo.

Me pregunto si Eurovisión va a seguir fijado en el puente de Pentecostés, que se celebra en algunos países centroeuropeos, y por eso a mí el sábado eurovisivo, con el que empezaba el puente de Pentecostés me pilló a 245 kilómetros de distancia de mi ciudad de residencia: dejando Austria, pasando por una esquina de Hungría y llegando a Bratislava, la capital de Eslovaquia.

Eslovaquia es uno de esos países grises eurovisivamente hablando: siete representaciones desde el año 1993, con una ausencia larga entre 2000 y 2008 y que su mayor gloria es la posición 17 del año 1996 (Marcel Palonder, Kým nás más). En los últimos años (2009 a 2012) ni siquiera pasó a la final; este año ni han figurado en las semifinales. Normal, entonces, que la televisión eslovaca no emitiera la final. Suerte que la cercanía entre Viena y Bratislava hace que la tele austriaca se pueda coger por allí (sólo las separan 79 kilómetros, la distancia más corta entre dos capitales europeas, por si os preguntan esto en el Saber y ganar). La tele austriaca siempre lo hace bien: aunque no llegue a la final, el hueco entre las 20.15 y las 21.00 del sábado eurovisivo lo cubre un reportaje sobre la semana eurovisiva del austrorepresentante y tanteando el resto de canciones. Pocas menciones a los Morfeos, lo que anunciaban cómo iba a ser el resultado. Daba penilla ver cómo al día siguiente de la primera semifinal, el miércoles ya a la primera hora se iba la pobre austrorepresentante (la benjamina de esta edición, Natália Kelly con Shine, ¿alguien la echó de menos en la final?) a cruzar el puente sueco-danés para coger el avión de vuelta desde Dinamarca.

No voy a tirar de Wikipedia o Google, pero la verdad es que apenas sé tararear la canción ganadora de este año. Lo siento por Emmelie de Forest, pero su Only Teardrops no resuena en mi cabeza, ni suena en la radio austriaca (ni antes ni después del festival, como sí sucedió –rara avis eurovisiva del nuevo siglo– con el Euphoria de Loreen). Pero no seamos pesimistas, Emmelie es la nueva heroína danesa, que ya tiene anunciada gira por Alemania y Austria para el otoño. Tal vez sea esto mejor que lo que vimos por los medios de comunicación españoles con las visitas de Loreen a España: un trocito de canción en el Sálvame, llevarla en plan americanos os saludamos con alegría al 40 Café de la Gran Vía madrileña… ¿Algún concierto de ella en tierras españolas (que no sea gira de promoción)? No he tenido el gusto. Si alguien ha estado en algo parecido a concierto de ella, que lo diga…

Mi enviado especial por Dinamarca, para nada eurovisivo, pero que estuvo en Copenhague toda la semana después, por casualidad, me dijo que de Eurovisión nada. Que sí, claro, en los medios de comunicación, pero que si no tiras de eurofans, pues que no está en la calle (al menos para la generación de los 40 y muchos o 50 y pocos años). Al menos la tanqueta de Randers, el pueblo donde nació, disfrutará de lo que dure la euforia de su victoria. Si tiramos para atrás de los últimos ganadores de Eurovisión, Loreen aparte, siguen apareciendo en los medios…

Son caras recurrentes la serbia de 2007 y el ruso de 2008, Marija Serifovic y Dima Bilan, pasando de un país a otro, en circunstancias eurovisivas y sacando discos. Tal vez le esté costando un poco más al noruego de 2009, Alexander Rybak, a pesar del palizón de puntos con los que ganó en su edición, parece que no está aprovechando del todo (al menos por lo que se dice en Wikipedia) esta circunstancia.

La alemana Lena de 2010, súper petarda este año dando los votos y metiendo la pata, al menos sigue siendo la Rosa, perdón, la Lena de Alemania, y con buena imagen de cara al público, por ejemplo, como jurado de The voice kids y anunciando en lo que anda metido ahora Stefan Raab: creando cabezas o alcachofas para la ducha (¡!). Parecía claro que los azerbayenses, o como se llamen, no partirían el bacalao, y así la reinona Nikki y el no menos reinón Ell del 2011 no siguen muy activos, al menos según Wikipedia. Veremos qué ta se le da a Emmelie…

¿Cómo seguir? A vuela pluma…

–Con la emoción del italiano Marco Mengoni, el que más me transmitió, incluso me parecía que se le escapaba la lagrimilla mientras cantaba.

–Con el espíritu Tino Casal del rumano Cezar. En la mejor de mis fantasías haría una gira por España con la Veneno y alguno de sus novios rumanos. En serio: del gusto de muchos países europeos que nunca se sabe por dónde van a salir… Tal vez sea de los que parta el bacalao, a lo albanesa del año pasado con la rata esa en forma de pelo.

–Con el juego de sombras del azerí (aunque al comprobar el Diccionario de la Real Academia prefiere azerbaiyano). No era tan guapo como nos lo pintaban el tal Farid Mammadov, aunque el juego de sombras era efectivo, y ahora mismo si preguntamos a alguien no eurofan qué recuerda de este año, mencionará más bien la sombra azerbaiyana que el gigante verde ése, o el traje ése que crecía, antes que la victoria danesa.

–Con una de las pocas novedades de este año: el debut (que yo recuerde…) de un gafapasta o hipster como el húngaro ByeAlex. Si hicisteis porras con amigos, lo más guays e indies le alzaron a los primeros puestos en sus porras…

–Del buen rollito maltés, que tuvo su recompensa con el pseudo amateur Gianluca Bezinna, todo lo contrario que el otro buen rollito lituano Andrius Pojavis, que se comió los mocos. O de la pequeña decepción sueca, al esperarse más de Robin Stjernberg.

–¿Con el temblor de voz de Raquel del Rosario? Dejemos que siga con la cura de ego. ¿Tendrán larga carrera los Morfeos después del bacatazo a lo Soraya (o a lo Lydia, o a lo Remedios Amaya, o a lo [media] Conchita Bautista?