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¿Y si…?

paco-gon-arenaPaco González-Arena / What if era el título de la canción con la que Rusia participó en Malmö el pasado día 18. En la letra la cantante Dina Garipova se preguntaba qué pasaría si nos ayudáramos los unos a los otros, si nos uniéramos, si enterráramos las armas y un montón de ñoñerías más. Y yo hoy, 12 de junio de 2013, cuando aún no ha pasado ni un mes de la última edición de Eurovisión, me pregunto qué pasaría si TVE se decidiera a cambiar las cosas para mejorar sus participaciones, si por fin alguien se pusiera a trabajar de manera productiva en las que, al fin y al cabo, son las representaciones de todos los españoles.

El sueño de todo eurofán español es que podamos ver algún día una especie de Melodifestivalen made in Spain. Imaginad (bueno, seguro que lo habéis hecho ya en más de una ocasión) una preselección española con varias semifinales en las que participaran Diana Navarro, La Oreja de Van Gogh, Pablo Alborán, Malú,… en fin, figuras de primera línea que venden bastante y hacen largas giras o muchos bolos, junto a otros más eurovisionables, como Coral, Rebeca, Mirela o Jose Galisteo. El resultado, es decir, poder ser testigo de algo así, sería lo más de lo más. Incluso una preselección con una única gala, como hacen los daneses, pero repleta de nombres conocidos ya sería todo un logro. La preselección de 2010 fue lo más cerca que hemos estado (y que tal vez estemos jamás) de conseguir algo parecido.

Pero claro, las comparaciones son odiosas, y no hay más que ver cada año el Melodi Grand Prix danés, donde se lo montan a lo grande. ¿Os acordáis de la pre española de 2010? ¿Os acordáis del sonido? ¿Del numerito de John Cobra? ¿De la presentación de Anne Igartiburu? ¿Del hacinamiento de los asistentes como público? Decidme ahora en qué se parece ESO a una preselección en condiciones. Y, como digo, esa de 2010 es lo mejor que hemos tenido en los últimos años, por nombres y por canciones, en general.

Sin duda, copiar el formato nórdico sería una noticia estupenda. Pero el hecho de organizar una excelente preselección no te asegura un buen puesto en Eurovisión. Si no, que se lo digan a los daneses y noruegos el año pasado, por poner un ejemplo. Incluso los todopoderosos suecos se quedaron en semis hace tres años.

Turquía o Bosnia-Herzegovina, por otro lado, son dos países que, sin hacer preselección desde hace años, casi siempre consiguen un buen resultado final. Incluso el sistema actual que utiliza TVE no me parece malo: elegir un intérprete internamente y luego montar una gala con unas pocas canciones, de las cuales se seleccione la que luego nos representará en el festival. El resultado de Pastora Soler es buena muestra de que ese sistema puede dar sus frutos positivos.

Además, los países de este, los tan odiados (por algunos) países del este, que siempre están metidos en la pomada por el triunfo, no se caracterizan por tener preselecciones excesivamente buenas. Lo que hacen ellos es elegir un buen tema, un buen intérprete y, después, pasar todo ello por chapa y pintura y montar un show para que guste en toda Europa. Y es que Eurovisión es un show televisivo, un programa musical en el que hay que impactar en tres minutos, ya sea por enseñar las bragas, por llevar a una simpática ancianita, por sacar a una bailarina de un piano o por dejar a todo el mundo boquiabierto con una excelente interpretación.

Soy de los que cree que Eurovisión debería ser más un concurso de canciones (de hecho, su denominación oficial así lo indica) que una sucesión de puestas en escena llamativas, pero, a día de hoy, esto es lo que es. Y si queremos quedar bien tenemos que llamar la atención. Mejor si es con una buena canción y un mejor intérprete, claro, como los Países Bajos han hecho este año. Pero eso ya lo sabíamos, sabíamos que se puede quedar bien o incluso ganar sin tener que montar un numerito, como así lo demostraron Serbia en 2007, Alemania en 2010 o Italia en 2011. La diferencia, la gran diferencia entre esas canciones y las representaciones que normalmente lleva TVE, es que esas destacaron por algo (voz, tema, sencilla pero efectiva puesta en escena, lo que sea), mientras que las canciones españolas en Eurovisión se limitan a rellenar un hueco para acabar luego en la segunda parte de la tabla clasificatoria.

Quiero terminar igual que comencé. Quiero preguntarme qué pasaría si algún día alguien en TVE pensara en serio en hacer algo con Eurovisión. Si alguien se preocupara de cuidarlo un poquito. Si alguien creyera que se puede quedar bien en el festival. Si alguien fuera consciente de que lo que se ve de España en Europa una vez al año nos representa a todo. Lo único que hace falta es tener ganas y gestionar hábilmente el presupuesto con el que se dispone. Ni más, ni menos. Pero, ay, me temo que todo esto quedará en una ilusión.