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¿El tamaño importa?

Juanma López-Arena

Malmö está ya en boca de todos: que si vamos vía Copenhague, que si por qué no han elegido Estocolmo, que si yo a ese sitio no voy… Nos guste o no, la suerte está echada y todos los que queramos ver Eurovisión 2013 tendremos que estar los días 14, 16 y 18 de mayo en la capital de Escania.

Ahora bien, ¿hubiera sido mejor celebrar el festival en Estocolmo? La capital del país está más que acostumbrada a celebrar eventos musicales. Para muestra el maravilloso despliegue de medios que hace cada año con Melodifestivalen. Las reacciones de la gente me recuerdan bastante a las que se produjeron cuando se hizo público que Düsseldorf sería la ciudad que acogería el Festival de Eurovisión de 2011. ¿Düsseldorf? Pero si esa ciudad no tiene nada. ¡Es todo industrial! ¡Menos mal que está Colonia al lado! ¡Qué pena que no haya sido Berlín! Independientemente de cómo saliera todo en el Festival en sí, hoy en día pienso que la decisión fue muy acertada. No por la ciudad en sí, sino porque soy un gran defensor de que Eurovisión no se celebre en grandes urbes. Como en casi todo en la vida, en Eurovisión el tamaño sí importa.

No es que sea uno de los eurofans que ha ido a más festivales, pero considero que 9 es un número lo suficientemente alto como para poder hacer comparaciones. Si echo la vista atrás y repaso brevemente los festivales en los que he estado, de Estambul a Bakú, no me cabe la menor duda de que los mejores han sido aquellos que se han celebrado en ciudades de tamaño medio. El motivo es muy sencillo: los que vamos a Eurovisión a vivirlo queremos que toda la ciudad se vuelque en el evento y esto, en una ciudad grande, es simplemente imposible.

Estambul y Moscú son las ciudades más grandes en las que se ha celebrado un festival y yo estuve en ambas. Estambul era mi debut, por lo que no puedo ser muy parcial, ya que todo me parecía maravilloso, pero mirándolo desde la distancia reconozco que era un verdadero engorro tener que estar todo el día en el autobús y en el taxi y que solo te recordara que estabas en la sede de Eurovisión unas banderolas y el famoso cartel de «Under the same sky». En el ámbito del ocio, cero patatero. El «euroclub» estaba a 15 km del centro, ¿quién iba hasta allí? No nos quedaba más remedio que quedarnos en aquel antro del que  no recuerdo ni el nombre.

Por su lado, Moscú tenía la ventaja del fantástico metro, pero igualmente el tema de las distancias era un hándicap. Tampoco había mucho ambiete eurovisivo en la capital de Rusia: solo los carteles con la modelo de peinados imposibles nos recordaban que se estaba celebrando allí la edición anual del evento.

La otra cara de la moneda son las ciudades pequeñas que se han vestido de gala para acoger el festival musical más importante de Europa. Helsinki o Belgrado han desplegado un auténtico espíritu eurovisivo que ha inundado calles, plazas y edificios de toda la ciudad. En particular recuerdo que Helsinki fue una ciudad completamente rendida a Eurovisión y que se transformó por completo para acoger a la horda eurofan. No solo todos los bares pinchaban música de Eurovisión, sino que en el hilo musical instalado en algunas calles de la capital finlandesa también sonaban las canciones del Festival de 2007. Belgrado también fue un buen ejemplo de ciudad volcada en Eurovisión, aunque menos.

Sin embargo, si hacemos una clasificación de las ciudades que más se han volcado en Eurovisión, este no tendría a la cabeza a las ciudades más pequeñas, sino a las más apartadas de la escena europea. Kiev y Bakú han sido, sin duda, las sedes que más volcado en la organización del festival. El interés por mostrarle a toda Europa que ellas también podían organizar eventos a nivel internacional han hecho que se convirtieran en ciudades eurovisivas en todos los aspectos. Kiev era una fiesta constante, con avenidas cortadas y literalemente tomadas por los colores de Eurovisión, con puestos de recuerdos, espectáculos en directo y demás. Y qué decir de Bakú… Creo que no ha habido una ciudad que se haya volcado más con Eurovisión en muchos años, o al menos yo no lo he vivido. Desde la decoración de la ciudad, los famosos taxis, el concurrido Eurovillage, todo era una celebración de la música y la hermandad europea… Aunque todo fuera propaganda, a nosotros nos sumió en un sueño eurovisivo sin límites.

Probablemente algo similar suceda con Malmö. Es una ciudad mucho más pequeña que las que he nombrado (apenas tiene 300 000 habitantes) por lo que no será muy dificil que se convierta en la capital del mundo eurofan en mayo de 2013. Otra cosa será saber si una ciudad así está preparada para la que se le viene encima. El Malmö Arena es uno de los más pequeños en los que se ha celebrado Eurovisión en los últimos años y no hay que olvidar que la última vez que se celebró el festival en una ciudad de fácil acceso como fue Düsseldorf o puede ser Malmö a través de Copenhague se agotaron las 40 000 localidades del recinto…

Estamos seguros de que Suecia dará la talla pero, ¿Malmö dará la talla? Por el momento, uno de los responsables de la organización en 2013 ha afirmado: «En Malmö será dificil encontrar un lugar en el que no se vea que se está celebrando el Festival de Eurovisión». Esto promete…

Jacques dice:

Toda la razón del mundo. Para visitar Estocolmo no hace falta que se celebre un Festival de Eurovisión…