Y después de Pastora… ¿qué?

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Jacques

El día 26 de mayo Pastora Soler puso la primera piedra para el futuro del Festival de Eurovisión en España. Un 10º lugar, que supo a poco en algunos ambientes, nos devuelve al Top10, algo que TVE ha conseguido solo cinco veces en los 15 años que llevamos de uso del televoto en Eurovisión. Bien es verdad que el televoto la hubiera dejado 18ª y que el jurado, nuestro particular verdugo en los últimos años, la hubiera alzado al 5º puesto. Desde que la combinación jurado/televoto es la encargada de decidir el ganador, el país que no se consuela con los resultados es porque no quiere, especialmente cuando la UER los publica desglosados.

Un 10º puesto es tremendamente meritorio viendo todo lo que hemos visto en años anteriores. Pero la cosa se complica para 2013: será muy difícil encontrar al representante del año que viene. A alguien que sea capaz de situar de nuevo a TVE entre los diez primeros. No me gustaría que, por el éxito de Pastora Soler, TVE empiece a llamar en fila de a uno a folklóricas copleras como Diana Navarro, Pasión Vega o Falete. Sería un error copiar al detalle el estilo de este año teniendo como tenemos un panorama artístico tan rico en España. Las tres propuestas citadas estarían muy bien pero las comparaciones siempre son odiosas y las tres se enfrentarían al lastre de ser las sucesoras de Pastora Soler.

Deberíamos mirar a Francia, un país que lleva seis años seguidos designando a dedo a su representante, y aprender de sus errores. Han metido la pata, sí, pero al menos nos han presentado propuestas que no tienen nada que ver unas con otras. Su problema, en mi opinión, ha sido que han elegido a intérpretes muy superiores a las canciones que han interpretado. Parece que en las preselecciones internas de Francia priman más los intereses discográficos que los gustos de los intérpretes o las posibilidades reales de la canción en Eurovisión. Y aunque Anggun sea una veterana en las tablas del país vecino, se equivocó totalmente con la canción que defendió y con la performance que exhibió en Bakú. Y ahí se demuestra la importancia que tiene que el artista que represente a un país tenga total libertad para elegir canción, vestuario y puesta en escena: esos han sido, precisamente, los tres puntos flacos de Francia en el último Eurofestival.

Si por los eurofans españoles fuera, la elegida sería una diva pop. Chenoa ha ganado las dos últimas ediciones de La Elección Interna, la macroencuesta que celebran nuestros compañeros de Eurovision-Spain.com. Y viendo los listados de estos últimos años, vemos que el gusto eurofan de este particular barómetro apunta también hacia Soraya Arnelas, Mirela o Rosa López. Es de suponer que la elección de cualquiera de ellas para el año que viene haría gozar sobremanera al mundillo eurofan. Ahora bien, hay que recordar que Eurovisión es un festival de la canción en el que la canción, valga la redundancia, es lo más importante. Si Suecia seleccionó a Loreen en 2012 y solo la dejó cuarta en una semifinal de 2011 fue por una razón llamada Euphoria. Los eurofans nos dejamos llevar más por la sonoridad de un nombre de diva que por la adecuación de un tema para Eurovisión y eso es muy peligroso.

Todos sabemos que los cantantes que aspiran a ir a Eurovisión tienen un concepto muy equivocado de lo que gusta en Europa. Piensan que las canciones que ganan el festival son pegadizas y están en inglés. Con ese mismo argumento, Soraya eligió entre las canciones de su disco La noche es para mí, dejando sangrantemente fuera una apuesta más moderna como era Sin miedo. Es una pena que la marabunta eurofan se emocione con la elección de un artista si luego a lo que menos importancia se le da es a la canción. De nada nos valdría que Chenoa vaya a Eurovisión el año que viene si va a cantar un tema pegadizo y en inglés. Por favor, ¡que no estamos en 1975!

Hablando de Chenoa, sus canciones no es que sean muy aptas para Eurovisión. A bote pronto, solo recuerdo como temas suyos que podrían haber hecho un buen papel, las canciones Cuando tú vas (2002) o En tu cruz me clavaste (2004). He estado pendiente de sus últimos discos buscando el tema idóneo para Eurovisión y, sinceramente, no lo he escuchado. Podríamos discutir sobre alguno de ellos, pero ninguno tendría la fuerza para situarla en un top10.

Por sus cualidades vocales, la mallorquina sería una buena representante, pero tendría que encontrar la canción adecuada. La Chenoa pura y dura que conocemos está bien para escucharla nosotros, pero el tema que lleve al festival tiene que ser apto para ser escuchado de Islandia a Chipre, de Portugal a Georgia y de Irlanda a Rusia. Lo mismo que Euphoria. Pero Chenoa, sin un tema potente detrás, mejor que no corra el riesgo de ir a Eurovisión. Y esta misma observación valdría para Marta Sánchez, Malú, David Bustamante, Amaral, Dover y otros deseados por los eurofans para el festival.

¿Donde están los autores españoles? ¿Por qué hay una incapacidad absoluta para exportar música española a Europa? Lo poco que ha traspasado los Pirineos ha sido Macarena y Aserejé, dos canciones “de verano” que ponen en duda que la música de la piel de toro merezca la pena. Con ese lastre y con todos los prejuicios que existen hacia Eurovisión, TVE lo tiene difícil para mantenerse en el ansiado top10. Expectantes estaremos.