Más que un simple congreso
Apenas quedan unos días para que nos veamos en Londres. En momentos como este se me vienen a la cabeza los días previos a mi primer congreso en Huelva, hace 14 años. Aunque pertenezco a AEV desde 1994, no me decidí a acudir a un congreso hasta dos años más tarde. En aquellos tiempos era normal: hablamos de la época más aciaga para Eurovisión, cuando estaba relegada a la 2 de Televisión Española y apenas tenía audiencia. A decir de mis amigos, para un chico de 20 años como yo, ver Eurovisión era una excentricidad más de las mías y un síntoma inequívoco de que algo no funcionaba bien en mi cabeza. Pero siempre me ha encantado la música más o menos comercial y el aprendizaje de idiomas, y pensé que Eurovisión era la mezcla perfecta de mis dos aficiones más importantes. En cualquier caso, de ahí a reunirme en la otra punta de España con un grupo de «eurovisivos» (la palabra eurofan no existía aún), mediaba un abismo. Sin embargo, en 1996 y después de que muchos de los eurovisivos que conocía ya hubieran dado el gran paso y me hubieran confirmado que no era una panda de chalados la que se escondía tras las siglas AEV, decidí embarcarme rumbo a Huelva, igual que Colón lo hizo desde allí a las Américas.
Recuerdo perfectamente el encuentro con los socios de Tenerife en la estación de Atocha. Juntos nos íbamos a Huelva en autobús y yo estaba nervioso por saber qué me iba a encontrar. Ni que decir tiene que la experiencia fue increíble y que desde entonces no he faltado a ninguna de las reuniones AEV. Me siento como España en Eurovisión. No empecé desde la primera pero no he faltado a ninguna desde que me inicié en tan fantástica aventura.
Puedo decir que, por los pelos, pude conocer de primera mano lo que eran los congresos AEV antiguos, antes de la revolución que supusieron Madrid 97 y, por supuesto, Bilbao 98. En la reunión de Huelva no había actividades nocturnas, ni invitados especiales, ni siquiera cena de hermandad o «Eurovisivo del año». Ahí vivimos tres días encerrados en el salón de un hotel del que solo salíamos para comer y cenar. Y lo pasábamos muy bien. Era una época sin Internet, sin la repercusión que la red de redes ha tenido para bien en el prestigio y el seguimiento del festival. Allí nos reuníamos simplemente para hablar, para gritar a los cuatro vientos que «Sti fotia» era una gran canción sin que los demás nos miraran raro. Y no nos cansábamos: votaciones, festivales, juegos, mucha diversión. Disfrutar de Eurovisión en estado puro. Tengo que decir que estuvo muy bien vivir un año como aquel, tan genuino y emocionante.
El congreso de Madrid, donde ya ayudé en la preparación, fue una gran revelación porque todos nos ibamos dando cuenta de que nos gustaban las mismas cosas de día que de noche. Bilbao fue la apoteosis, porque ya no solo teníamos un día lleno de actividades, sino también una noche repleta de planes y cosas por hacer, lo que nos unió mucho más. Y es que en los congresos AEV ha existido siempre un denominador común: la unión entre los socios. Cuando uno se apunta a una asociación como AEV y asiste a uno de sus congresos se da cuenta de que hay un montón de amigos como él, que comparten los mismos intereses y forma de ver la vida, y lo cierto es que uno siente una empatía tal que es difícil de explicar.
Cuando fui a Eurovisión por primera vez, en el año 2004, viví un montón de sensaciones nuevas y por fin hice realidad mi sueño de ver un festival en directo, o de conocer a cantantes eurovisivos que tanto había admirado siempre, como Lena Ph, por ejemplo. Sin embargo, eché de menos ese sentimiento de hermandad que subyace a los congresos AEV. En Eurovisión hay mucha más gente, es todo más a lo grande, cada uno va a lo suyo, hay miles de grupúsculos que aun hoy en día, seis años después, sigo sin conocer. Pero el congreso AEV es otra historia.
Uno de los puntos álgidos de mi historia con el congreso AEV tuvo lugar en la reunión de 2001, en Valencia. Allí, gracias a una «mano culpable» conocí a dos personas que hoy se cuentan entre mis mejores amigos y que formaron parte de la organización del congreso de Madrid. Y la verdad es que, me pongo a pensar en la gente que me rodea y, aparte de mis amigos de toda la vida, muchos de los que hoy considero de mis mejores amigos han aparecido en mi vida gracias a los congresos AEV. Puede sonar rarísimo, y muchos de los que leáis esto pensaréis que tengo una vida social muy reducida, pero la verdad es que no es así… Me pongo a pensar en la cantidad de buenísimos amigos que he hecho en los congresos y la verdad es que me asombro…
Pasaron los años y llegó Internet a nuestras vidas. Ya no hacía falta quedar con un grupo de amigos para charlar del tema ni recibir revista, pues toda la información estaba en la red. Si te sentías solo una tarde de noviembre y querías hablar de Eurovisión, simplemente te conectabas al chat y listo. Muchos temimos por el fin de la asociación y de nuestros queridos congresos. Sorprendentemente, Internet no jugó en nuestra contra, sino a nuestro favor, ya que la asociación se empezó a conocer cada vez más. Dejó de funcionar el boca a boca y comenzó el reto de darnos a conocer por Internet y de que todo el mundo viera lo que hacíamos. Para muestra, un botón, el congreso de 2006 en Valencia fue el más multitudinario de los 15 celebrados hasta el momento.
Cuando alguien me pregunta: «¿Qué es eso del Congreso AEV?», yo siempre respondo lo mismo: «Es el momento en el que los socios de AEV y simpatizantes nos juntamos durante 3 días para disfrutar de la compañía mutua, de Eurovisión y para divertirnos». Y siempre apostillo: «Te animo a que vengas, te garantizo que no te arrepentirás». Todavía nadie me ha dicho que me haya equivocado, y creo que más de uno de los que estáis leyendo esto ahora mismo sabéis que es verdad.
A un año de celebrar el congreso número 20, los socios de AEV cruzamos fronteras y nos vamos a Londres. Nada de esto hubiera sido posible sin nuestro socio Javi, que es quien vive allí y se está dejando el pellejo para organizarlo todo como es debido, pero la verdad es que este hecho demuestra que la asociación está más viva que nunca y que el congreso AEV supera retos y desafíos que nunca habría soñado. Estoy seguro de que, una vez más, el congreso AEV será un éxito y de que todos regresaremos de tierras británicas con un inmejorable sabor de boca, pensando en volvernos a ver cuanto antes.
A los que vengáis al congreso por primera vez, os aconsejo que os relajeis… No dejéis que el pánico se apodere de vosotros: a muchos os puede infundir respeto el llegar a un congreso en el que no conocéis a casi nadie, pero en unas horas os puedo asegurar que ya os habréis hecho al grupo. Conozco más de dos casos de gente que el año pasado en la cena de hermandad celebrada el primer día ya estaban totalmente integrados. Ánimo y preparaos para pasarlo genial.
A todos aquellos que no podéis venir por dificultades, por problemas económicos o por tener planes alternativos, que sepáis que os echaremos de menos, y que esperamos que el año que viene volváis a disfrutar de un fin de semana largo de diversión y fiesta eurovisiva.
Por últmo, para todos aquellos que alguna vez habéis venido a un congreso AEV, estoy seguro de que estáis de acuerdo con lo que aquí he expresado y os doy las gracias por hacer de esta reunión lo que es hoy en día: mucho más que un congreso.
Os veo a todos en dos días. Un abrazo.
Confirmado chicos, nos quedamos en Madrid. Pasádlo bien y disfrutar mucho. Espero que lleguéis todos a buen «aero» puerto. Un besote.
Hola juanma yo tb me identifico con algunas cosas que pasan en los congresos sobre todo cuando se va al primer congreso de AEV en Valencia alli estube yo como una «mosquita muerta» y ahora estoy que no paro…lo malo es ke como os dije el año pasado lo mas seguro que no iria a Londres y asi es…ya lo siento…a ver a kien le toca este año el titulo que siempre me tocaba a mi…mis warri…desde bilbao os mando a todos y besote muy grande..y a ver si nos vemos la proxima que sea aki en la España..cañi….La Luisy…
Precioso artículo Juanma, me siento identificado con muchas cosas de las que dices. Ganas de Londres tengo muchas, tenía todo pagado y nos cancelan el vuelo y hasta el martes no nos meten en otro, así que la «maldición» de Oslo nos persigue. Seguimos intentándolo por todos los medios para llegar mañana o el sábado a primera hora pero me parece a mi que no!!!!! P*** Gatwick de mier**
Si os veo genial y si no que lo paséis muy pero que muy bien.
Estupendo, Juanma. Me he identificado mucho con el texto porque acudí con muchísimo miedo al congreso de 1999 en Sevilla… y a las pocas horas ya era uno más. Y fijaos si lo pasé bien que no me perdí ni uno solo de los 10 siguientes. A lo tonto llevo 11 puentes de la Constitución seguidos divirtiéndome con AEV y no me arrepiento para nada.
Desgraciadamente no estaré con vosotros en Londres y eso que me encantaría visitar el Royal Albert Hall con un grupo de eurofans. Imagino que lo pasaréis cañón, así que no «aza-fata» desearoslo. Yo pasaré mi primer puente de la constitución del siglo XXI sin eurofans alrededor, 🙁 ughx!
¡Qué bonito Juanma! Me ha encantado y tengo ya muchas ganas de ir a Londres y veros a todos quienes vayáis… y a los que no estén, les recordaremos y les echaremos de menos, pero intentaremos pasárnoslo genial por ellos también,
Creo que me doy por aludido por ser una de esas dos personitas que conociste en el 2001, me he emocionado bobo! gracias por la parte que me toca, y aunque en algunos momentos se tengan sus mas y sus menos siempre me tendras ahi 😉