¿Por qué nos gusta tan poco Jessy Matador?

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Que un país lleve un temazo o un gran artista un año y seguidamente vuelva a la tónica habitual en sus participaciones tiene un efecto más que negativo. Esto es lo que hemos comprobado tras la designación de Jessy Matador como representante de Francia en el próximo Festival de Eurovisión. Si lo comparamos con la participación de 2009, a todas luces sale perdiendo, pero sin duda nos olvidamos de la trayectoria que tenía Francia en el Festival de Eurovisión hasta que Madame Kaas se subiera al escenario eurovisivo y nos pusiera los pelos como escarpias.

Si bien los esfuerzos de France 2 por enviar cada año a artistas internacionales han sido grandes, solo ha conseguido «convencer» a Sébastien Tellier y a Patricia Kaas. Lo de esta última, por increíble que nos pareciera en un primer momento, fue debido sin duda al éxito que la cantante francesa tenía ya en Rusia y que solo podía aumentar con su aparición en el Olimpisky. El representante de 2008 consiguió sacarle partido a su experiencia eurovisiva y su tema sirvió como banda sonora de los anuncios de Renault aquel año. Estos anuncios se difundieron en toda Europa, así que, objetivo cumplido. Que la canción fuera prácticamente en su totalidad en inglés fue el peaje que tuvo que pagar la televisión francesa por que a Belgrado concurriera un artista con proyección internacional.

Pero, ¿qué pasó hasta 2008? En 2007 Francia nos sorprendía organizando una preselección llamada «Et si on gagnait? (¿Y si ganáramos?)» con más entusiasmo que acierto y que tuvo como resultado la elección de una canción que contaba con más opciones para quedar bien de las que en realidad tenía, visto lo visto en Helsinki. France 2 había logrado al menos llevar la originalidad al escenario eurovisivo, pero con poco tino. En 2006 organizó una preselección con eliminatorias de la que salió Virginie Pouchain, una peluquera de la región de Ardèche a la que colocaron una canción del conocidísimo Corneille en la que no pegaba ni con cola. Los franceses recularon y le plantaron una balada bastante mejor de lo que ella era capaz de cantar. Fracaso absoluto. No olvidemos tampoco a Ortal, que se lo pasó genial en Kiev alternando con unos y con otros, pero cuya participación no dio la talla en escena: ni ella, ni la coreografía, ni mucho menos la canción.

Exceptuando el cuatrienio 2001-2004 en el que Francia se curró un representante digno (independientemente del resultado final) no podemos olvidar «perlas» como las de Nayah en 1999 (carmín en los dientes incluido), la de Marie-Line en el 98 (despistada y afónica), o algunas más antiguas como Christine Minier (y su «vibrato» interminable), las Cocktail Chic (sí, representaron a Francia el año del podio francófono y quedaron mal) o Annick Thoumazeau, un ama de casa sacada de sus casillas.

Viendo alguno de los ejemplos de esta trayectoria francesa, ¿por qué noe echamos las manos a la cabeza cuando oímos «Allez olá olé»? La canción actual, se convertirá en un éxito en Francia gracias a la promoción que recibirá por el mundial de fútbol y es una de las canciones movidas en un festival plagado de temas lentos. Es cierto que Jessy no tiene el prestigio de otros candidatos de los que se habló en un principio como Christophe Willem o David Guetta, pero no olvidemos que estamos hablando de Francia, un país que tiene aún menos interés por el Festival de Eurovisión que España.

Sin duda, Jessy lo tiene difícil para recibir la aceptación que tuvo la «contribution française» en 2009. Y es que las comparaciones son odiosas, y más aún si te comparan con uno de los grandes.