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Otra década que se va…

Hoy termina la década. Al menos, eurovisivamente hablando. No vamos a entrar en el debate de si las décadas engloban hasta el 09 o hasta el 10; desde nuestro punto de vista, hoy concluye la década que nadie sabe cómo llamar (¿de los 2000?, ¿de los 0?). Esta década es la que más cambios ha incorporado al festival de Eurovisión que, como todo y como todos, tiene que evolucionar. Hagamos un repaso de lo que hemos vivido entre el 2000 y el 2009.

Sin lugar a dudas, pudimos apreciar claramente el cambio de décadas en el Festival de Eurovisión del año 2000 en Estocolmo. Para empezar, el tamaño del recinto, en el que cabían 13.000 almas (como decía el inefable). Atrás quedaban los recintos con capacidad para 3.000 personas, como el Point Theatre, y Eurovisión se trasladaba a los estadios. Este cambio trajo consigo que el festival se conviertiera en un espectáculo al alcance de cualquier eurofan, que ya podía comprar sus entradas y sentarse tan ricamente a disfrutar del espectáculo. Esta idea fue tan bien acogida que todavía a día de hoy se mantiene, y ya parece que no concebimos un Festival de Eurovisión tan a lo grande. A lo grande fue también la introducción del Festival de Eurovisión de 2000 con aquel recordado «Welcome, Europe!»

A partir de este momento, el Festival de Eurovisión entró en la época de la televisión como espectáculo, aunque a algunos nostálgicos les pese y echen de menos los festivales estáticos y ceremoniales de los años 70 y 80. El siguiente pabellón, el Parken de Copenhague, tendría cabida para 45.000 personas, aunque por lo general el resto de los recintos tienen una capacidad media de entre 12.000 y 18.000 personas.

Y no solo eso. En esta década hemos conocido la versión Junior y la versión Dance del Festival de Eurovisión, que aunque no han llegado a equipararse al Festival de Eurovisión de toda la vida, sí que han hecho que estemos pendientes el resto del año de estas «pequeñas eurovisiones». De hecho, uno de los sueños de todo eurofan español se hizo realidad: España por fin ganó el Festival de Eurovisión… Junior. Algo es algo. María Isabel, la niña onubense de 9 años consiguió la victoria más holgada que un representante español ha obtenido jamás. Nos supo a poco, pero una victoria es una victoria.

En 2005 la UER celebró los cincuenta años del Festival de Eurovisión con una excelente gala, llena de nostalgia, celebrada en Copenhague. Allí rememoramos el pasado y brindamos por el futuro de un evento que cada año suma nuevos adeptos y que promueve mucho interés por toda Europa.

Otra novedad que nos ha traído la nueva década ha sido la edición en CD de todas las canciones participantes en el Festival de Eurovisión desde el año 2000. Y a partir de 2004 llegó la edición del DVD oficial para disfrutar en casa una y otra vez del mayor espectáculo televisual europeo. Atrás quedaban las acrobacias para conseguir los singles de vinilo por toda Europa y las copias en VHS llenas de drops a las que estábamos acostumbrados los eurofans que vivimos los 80 y los 90.

Eurovisión ha cambiado también por la entrada de la gran mayoría de países europeos que se resistían a formar parte de la gran familia eurovisiva. A día de hoy solo Liechtenstein y la Ciudad del Vaticano son los únicos países que nunca han participado en Eurovisión, excepción hecha de los países del Magreb de los que solo ha participado Marruecos, aunque todos podrían hacerlo. Letonia, Ucrania, Albania, Serbia, Montenegro, Andorra, Bielorrusia, Bulgaria, Moldavia, Armenia, Georgia, La República Checa, Azerbaiyán y San Marino han sido los países que, en esta última década se han unido a la familia eurovisiva. Caso destacado es el de Serbia, que aunque siempre participó como parte integrante de Yugoslavia, a partir de 2004 se presentó como Serbia y Montenegro, y desde 2007, solamente como Serbia, ganando el concurso en su primera participación como país independiente.

La llegada de tantos países nuevos tuvo como consecuencia directa la adaptación de las normas de clasificación para la final. Por fin se abolió el sistema de bottom-7 que a tan pocos nos gustaba y se estableció la celebración, desde 2004, de una semifinal y, desde 2008, de dos semifinales. Eurovisión ya no solo era una noche al año, sino dos o incluso tres. Todos estos cambios han contribuido a que hoy en día, la final de Eurovisión, tenga más calidad que nunca, suponiendo las semifinales un filtro para las canciones de menor aceptación.

La participación de nuevos países cambia también el tradicional sistema de mención de los votos de 1 a 12 convirtiéndolo en un resumen mucho más descafeinado, sin la emoción que tenía antes ir escuchando los resultados punto a punto. Los portavoces solo dan de viva voz los tres últimos puntos otorgados, que suelen ser los más previsibles, por lo que el suspense de las votaciones es escaso. De todos modos, es el mal menor, ya que en 2005 las votaciones se hicieron eternas.

Pero el establecimiento de las dos semifinales nos hizo vivir algo hasta el momento desconocido en Eurovisión: la revelación de los países que pasan a la final. Este momento ha vivido también una evolución desde los sobrecitos en 2004 hasta la ruleta mágica de 2009, en la que los sobres eran electrónicos y se abrían cuando los presentadores dejaban de hacer payasadas y pulsaban el botón diseñado a tal efecto.

Aunque terminamos la década de los noventa con el establecimiento del televoto (aquello que hace 10 años nos parecía tan revolucionario y tan justo), terminamos la década actual volviendo parcialmente al jurado. Un sistema mixto de jurado y televoto es el que se encarga de elegir la canción vencedora. De este modo se evita que los países con mayor diáspora acaparen votos injustos (caso de Rumanía en España o Ucrania en Portugal), pero se sigue respetando la opinión del público, que al final, es el que compra los discos.

Uno de los cambios absolutamente fundamentales que se ha producido en la presente década en Eurovisión es, sin duda, la puesta en escena de las canciones. Resulta curioso echar la vista atrás y comparar las escenografías de los años 90 con lo que podemos ver hoy en día en Eurovisión. Fuego, ventiladores, escaladoras de espejos, libros gigantes con forma de corazón, plataformas deslizantes, patinadores sobre hielo, un ángel y un demonio dando gritos, bailarines buenorros, rayos láser, acrobacias imposibles, las mil y una noches, bailarinas que surgen de un piano, guitarras invisibles, cambio de vestuario en directo y cientos de ideas más con la sola intención de encandilar al público y captar sus votos. Algunas resultaron más efectivas que otras, pero sin duda todas han contribuido a hacer de Eurovisión un verdadero espectáculo de tres horas de duración.

¿Todo vale a la hora de captar votos? En muchas ocasiones eran los propios cantantes los que sufrían la transformación coreográfica y esto suponía rizar el rizo con el único objetivo de llamar la atención. Este fenómeno, que inaguró Alf Poier en el 2003, alcanzó su máximo esplendor con la victoria, en 2006, de los finlandeses Lordi y su estética monstruosa. Verka Serduchka, El pavo Dustin, DQ, Laka, Kreisiradio o el propio Chiki-Chiki son algunos de los ejemplos más destacados de esta corriente que para algunos es perjudicial para el festival, pero para otros supone la nota cómica que todo concurso debe tener.

El vestuario de los intérpretes de las canciones también ha sufrido una transformación importante en la última década. Más que del vestuario podríamos hablar del no vestuario: los participantes explotan su lado sexy con la sola intención de captar los votos que no pueden conseguir con su propia voz o melodía. En especial, el desnudo masculino es uno de los que más gustan en Eurovisión. Si no, no se explica como cantantes sin apenas voz pueden conseguir un número de votos que otros países jamás soñaron.

Aunque la regla sobre la libertad de idioma se estableció en 1999 y, por lo tanto, es anterior a que comenzara esta década, en este periodo de tiempo se ha consolidado y no solo muchos países han optado por interpretar todos sus temas en inglés, como Suecia, Dinamarca, Bielorrusia, Islandia u Holanda, sino que algunos nos han sorprendido interpretando temas en sus lenguas vernáculas como Finlandia 08, Chipre 08, Noruega 06, Estonia 09, Letonia 04, Suiza 08 o Alemania 07. La única canción que ha vencido en esta década en su lengua materna ha sido Molitva. Por su parte, hay algunos países (los más) que adecuan el idioma a la canción en sí, como son los países balcánicos, Turquía, Rumanía, Hungría, Portugal o Polonia. Por último están los países que, indefectiblemente, interpretan siempre su canción en su lengua oficial, o al menos, la mayor parte de la misma, como son Israel, los países de habla inglesa, Francia (exceptuando el 2008), Serbia y, por supuesto, España. El colmo de los colmos es que uno de los países con más lenguas oficiales, como es Bélgica, haya participado en dos ocasiones con canciones escritas en una lengua inventada.

La regla que habla de la orquesta, a finales de los años 90, decía que la televisión nacional organizadora del evento tendría que tomar la decisión sobre si se incluía o no una orquesta en directo en el recinto, como había sucedido desde los inicios hasta 1998. Sin embargo, desde 2004 se prohíbe expresamente esa posibilidad, acabando así con uno de los grandes pilares de Eurovisión, que era la orquesta en directo, y permitiendo así sonidos que una orquesta muy dificilmente podría haber reproducido.

Una de las transformaciones más profundas es la que se refiere a los países favoritos o que consiguen buenas clasificaciones año tras año. De la súper poderosa Irlanda, las inmejorables clasificaciones del Reino Unido y la intocable Suecia hemos pasado a los siempre exitosos turcos, al poderío ex-soviético y la efectividad griega. A la vista están los resultados: cuando un país se da cuenta de que enviando a sus mejores artistas y currándoselo de verdad obtiene buenos resultados, da con la clave del éxito. Que aprendan otros. Este cambio ha supuesto que, por primera vez, la horda eurovisiva visitara ciudades como Estambul, Moscú, Atenas o Kiev, por no hablar de lo increíble que fue estar en Tallín, Riga o Helsinki.

Para los eurofans españoles, la última década trajo consigo uno de los cambios más significativos que jamás pudimos soñar: la preselección «abierta». Y hemos tenido de todo, señores: desde las chapuzas de 2000 y 2001, hasta los esperpentos como «Misión Eurovisión», «¡Salvemos Eurovisión!», pasando por OT y sus galas interminables. Sin olvidar el conato de preselección «al estilo Europeo» de este año, incluido el accidentado, el abandono de los Vivancos y las escandalosas contraprogramaciones. Ah, y en 2006 se celebró una preselección interna «porque sí» (la calidad de la canción y las intérpretes así lo demandaba). Para muestra un botón:

¿Qué cambios nos traerá la nueva época? ¿Se grabarán los coros, como sucede ya en el Melodifestivalen sueco? ¿Se introducirán más personas en escena? ¿Se prolongará la duración de las canciones? ¿Se eliminará del todo el francés como lengua «oficial»? Por el momento solo podemos especular. Si alguien nos hubiera dicho en 1999 que hoy tendríamos el festival que tenemos, no nos lo hubiéramos creído, así que sigamos disfrutándolo año tras año y dejando que nuestro querido festival nos sorprenda…

magnus dice:

que gran emosion esos momentos de noruega y portugal! este año tb pasó con islandia…

everywaythatican dice:

Te recuerdo que el año pasado, con sobres, salieron las últimas Noruega (en la 1) y Portugal (en la 2)… si eso no es emoción…!

danivega dice:

Lo de la «ruleta» de la semifinal será para que los países favoritos salgan hacia el final y así haber más emoción, no? Con Grecia este año, por ejemplo.