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Flying the flag for you (Eurovisión en directo – 1)

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Para muchos eurofans, la victoria de un país en Eurovisión es mucho más que el hecho de que les guste la canción o que la puesta en escena sea efectiva: significa también que esa noche se decidirá dónde pasan sus vacaciones el año siguiente. Muchos fans de eurovisión aprovechan el viaje, además de para seguir en directo la gala, para disfrutar de unos días de turismo en sitios tan insospechados como Riga, Kiev o Belgrado. Cuando el viaje es a un sitio de turismo habitual, como Atenas o Estambul, se nota que el número de eurofans aumenta y los precios de los viajes y hoteles disminuyen, pero cuando se trata de ciudades con pocos visitantes como Helsinki, la clavada puede ser de impresión.

Durante los meses previos al festival, os iremos contando cómo organiza un eurofan su visita a la sede del festival de Eurovisión, qué preparativos realiza, dónde busca información, cómo es la llegada, la toma de contacto, el día a día de la semana eurovisiva hasta su vertiginosa culminación el gran sábado.

Al final, ver el festival en directo se convierte en una excusa para hacer turismo y disfrutar de una semana en compañía de eurofans de toda Europa. Con las semifinales, la semana se convierte en dos, y los días de ensayos y fiesta se multiplican. Porque los cantantes, bailarines, presentadores y demás miembros de la organización curran de lo lindo, pero los eurofans se divierten. Y mucho.

Es como las patatas Lays, no puedes comer solo una. En este caso, uno no puede asistir a un solo festival y no volver sin que se lamente por las esquinas. Engancha de manera increíble. Además, para fortuna de muchos, la sede del festival no se ha repetido desde 1997, es decir, llevamos diez sedes diferentes consecutivas, lo que nos aporta mucha más riqueza cultural que si siguiéramos yendo a Irlanda como a principios de los noventa.

No es fácil decidirse. El desembolso económico es grande, sobre todo teniendo en cuenta que el festival tiene lugar en mayo, cuando muchos tenemos que trabajar y no podemos disfrutar de días libres. Muchos eurofans tienen empleos muy rígidos con vacaciones programadas que no pueden modificar a su gusto, lo cual supone el primer gran impedimento. Lo cierto es que cuando uno se propone ir a Eurovisión por primera vez es capaz de inventar las excusas más inverosímiles para coger una semana de permiso en el curro: «¿Que tu tía Angelines se casa en segundas nupcias con el capitán de un barco ballenero en la laponia noruega? Eh… bueno, en ese caso, puedes cogerte la semana…» Lo que sea por cumplir el sueño.

Una vez tenemos la semana (o las dos semanas teniendo en cuenta como va creciendo la semana eurovisiva), nos encaminamos diligentemente hacia nuestro ordenador con el objetivo de encontrar un vuelo barato a, digamos, Kiev. Misión imposible, por descontado. Pagamos 400 euros del ala y nos quedamos más pelados que la calvorota del cantante de Greenjoly. ¡Y demos gracias que el festival no es en Chisinau o en Tiblisi! Hay que contar con que hemos sacado los billetes en enero para que nos salgan a ese precio… Como para decidir ir a Eurovisión a última hora…

Vamos por el tercer paso previo: las entradas. Precisamente hoy se han puesto a la venta las entradas de Eurovisión 2008 y la fiebre se ha desatado entre los eurofans. Creo que es obvio que el tema de las entradas es el que más ha evolucionado en los últimos años. Hemos pasado de un Festival de Eurovisión sobrio, con un público correcto que llegaba con invitación y se vestía de gala a una explosión de colores de banderas, una animación sin precedentes y una locura que se desata cada vez que suena nuestro amado «Te deum» de Charpentier. Del famoso Point Theater con capacidad para 3.000 personas pasamos al Globen o al OAKA con capacidad para 15.000, sin olvidar el impresionante recinto Parken de Copenhague, con 45.000 «almas», como decía Uribarri. La gran ventaja de los festivales modernos es que todos podemos comprar nuestra entrada y vivirlo en vivo, sin tener que hacer verdaderos malabarismos para conseguir las entradas que le sobraban a la delegación española. Ahora todo es mucho más fácil. Tan sencillo como estar pendiente el día que los tickets salen a la venta y… ¡¿casi 400 € por unas entradas en la esquina superior derecha?! ¿Pero qué se han creído?

Pues se han creido que esto es el Festival de Eurovisión, evento seguido en todo el mundo por más de 500 millones de televidentes con más de cuarenta artistas y otros tantos países compitiendo, todo ello en un espectáculo increíble que no olvidarás jamás. Merece la pena. Pero no todo el mundo piensa igual. Algunos se tragan todos los ensayos previos al festival (que al fin y al cabo son exactamente iguales) y siguen la semi y la final desde el centro de prensa, la pantalla gigante en la plaza principal de la ciudad, o algunos, aunque parezca mentira, desde el hotel. Luego da pena ver que algunos asientos del recinto están vacíos mientras tú estás viendo el festival desde un plasma a doscientos metros del escenario.

Si nuestra elección es ver el festival desde la sala de prensa, para ello necesitamos estar acreditados. ¿Cómo lo logramos?¿Qué tipos de acreditación hay?¿Qué peculiaridades tiene cada tipo de pase? No os perdais la siguiente entrega de esta saga… Muy pronto.

soul_eraser dice:

¿400 euros por una entrada? Madre mía, ¡qué robo! Eso sí, estar toda una semana entera haciendo turismo y frikeando tiene que estar genial. 😀