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Una imagen vale más que mil notas y una canción

Reyes_VintageLa edición de 2014 ha sido ganada por una imagen, con una buena voz detrás, pero una imagen a fin de cuentas. Conchita Wurst es un personaje premeditado que llegó y se llevó el gato al agua por sacar a la luz un rol de fingida reivindicación como única manera de llenar portadas previas al Festival. La promoción previa era bestial, hasta el mismo Iñigo lo dijo cuando salió a la luz su candidatura por Austria, “ya le hemos liado”. Ya le hemos liado, porque efectivamente se lió y se lió porque una imagen vende más que mil notas y una canción en un Festival, que a punto de cumplir sesenta años se ha convertido en un show de imagen y colorín más que nunca.

 

Es un programa de televisión, eso está claro como el agua cristalina, qué frase más ñoña me acabo de apuntar, pero es que como vamos de “glamoures” superfluos e imágenes edulcoradas y “contracorriente”, pues también me veo en la libertad de edulcorar e ir contracorriente. Sé que los temas que trato hoy han gustado mucho al público y asumo que voy contra el voto popular que se dio mayoritariamente por televoto, pero para eso están las opiniones, para decir la nuestra.

Ya me duele la boca de decir que el Festival de Eurovisión nació como un festival de canciones y como show televisivo se ha ido adaptando y reinventado a los nuevos gustos televisivos en seis décadas. Es evidente que un show al estilo de 1962, 1975 o 1989 en nuestros días no tendría razón de ser, ni siquiera un programa al estilo de inicios de milenio. La tele evoluciona a formatos nuevos para mantener con tesón la dura competencia por las audiencias. Quizá el Festival de Eurovisión se ve atacado por esa pose constantemente nueva de afianzar los gustos televisivos más esperpénticos y barrocos cuando ya todo está inventado y no sé sabe de dónde sacar cucharada y de qué manera sorprender al televidente. La producción televisiva actual hace como los niños con muchos juguetes, ¿con qué jugamos ya? Pero para este caso concreto ¿y la música dónde queda?

En estos últimos catorce años hemos visto desfilar por el Festival toda una serie de imágenes que se valoran más que las propias canciones, es más, traspasan a las propias canciones. Algo sintomático es que si recordamos la imagen pero no la melodía de la canción es que entramos en el objetivo principal de mi tesis en estas líneas. La imagen es el leit motiv, la pura imagen que para eso nació la televisión, pero como todo, las medidas ya traspasan el objetivo y se distorsionan mucho. ¿Dónde ponemos un baremo? Si en el Festival de Eurovisión estamos viendo una imagen y nos la trae ya al pairo la melodía, la música, los arreglos, el contenido de la canción es que estamos haciendo algo que no tiene nada que ver con un Festival de canciones. Ya en los ochenta muchos artistas y cantantes decían que Eurovisión se había convertido en un paseo de danzas, trajes y peinados de impacto y demás zarandajas y abalorios. Y es que el sabor de las canciones propiamente dichas empieza a flaquear justo en los ochenta cuando este show entra en una crisis de identidad al ir a parte de la música de los éxitos de la década. Eurovisión jugaba ya en otra división, la de programa de colorín y efecto visual de consumo rápido y a veces indigesto, como la comida basura. Y de ahí las duras críticas de muchos profesionales del mundo de la música, compositores, cantantes y medios especializados desde entonces.

Y ahora una pregunta para los no seguidores de Eurovisión durante todo el año, para no eurofans, para el gran público que no se lo sabe todo de Eurovisión, que lo ve una vez al año en cena o fiesta familiar y luego desconecta, para aquellos que no siguen al detalle cada vídeo de cada año en un repaso de la historia del Festival: ¿Se acuerdan ustedes de la letra y la melodía de las canciones de Conchita Wurst, Lordi, Alf Poier, Guildo Horn, Buranovskiye Babushki, Marie N, Stefan Raab y Verka Serduchka? Si no viésemos el número o sus características y dijésemos, la de la barba, los de las máscaras de monstruo, el de la vaca de cartón y los meneos desacompasados, el señor con pinta de loco que se subía en la baranda de parte la infraestructura, las abuelitas rusas con horno de atrezzo y las galletonas típicas incorporadas, la que se cambiaba de ropa de hombre para luego ser una bailarina despampanante en escena, el que iba de Elvis trasnochado aunque aquí nos recordaba más al Chaval de la Peca a lo teutón, o la de la estrella plateada en la cabeza con un coro tan plumeril que no gustaba ni a los que tenía pluma.

Y son más los ejemplos porque Eurovisión ha dado para en demasía, explotando el show extra musical al máximo. No hablamos de temas pegadizos que da igual quien lo cante mientras lo cante bien y la melodía nos entre a la primera a parte del look ofrecido. Hablo de disfraz puro y duro. Y muchos dirán, cómo vas a separar imagen de canción si en Eurovisión es un todo unido. Ese es un tema para debate, muy controvertido pero interesante. Muchos artistas optaron por otra cosa, por grandes temazos que ganaron o quedaron bien y se hicieron siendo lo más minimalista posible. Me refiero a numerazos por la potencia de la canción, a parte de una imagen de guiñol. Los ejemplos son muchos, pero eso lo dejo para otra columna, donde trataré la pura canción en su esencia, dejando atrás esos looks extravagantes y provocadores adrede ideados por el puro márketing y la caza de votos a tutti plein.

Y por otro lado está el sumun, que es el cojunto de ambas teorías, imagen unida a canción bestial y mega pegadiza. Sólo pongo cinco casos muy simbólicos, ABBA en 1974, Sandie Shaw en 1967, Salomé en 1969, Dana International en 1998 o Bucks Fizz en 1981. Esa es la fórmula perfecta, canción unida a imagen, pero no una cosa sobre la otra porque entonces algo flaquea.

Y volviendo al tema, ¿por qué en los resúmenes de la historia eurovisiva se sacan esos números tan vistosos prescindiendo de la canción que da lo mismo que lo mismo me da? Televisivamente resultan atractivos a parte de la música que mejor o peor han cantado los artistas que voy a tratar más profundamente, y de ahí la eclosión de votos y el éxito en la tabla de esos números.

Pero también están aquellos que se recuerdan por el circo y show propio de las variedades y no de la música y pegándose un estruendoso batacazzenn, como el pavo irlandés y el engendro español del Rodolfo chiki chiki en 2008, las máscaras austríacas de 1977, el vestido de sirena con gafas megatómicas de la noruega de 1976, las corsarias portuguesas de 1982, las bailarinas hiperdeportivas del austríaco de 1981, los franceses de 1980 vestidos de carnavales mezclados con estilo de patinadores de hielo,  la macro rueda giratoria y los tíos musculosos de la ucraniana de 2009, los trajes del espacio de los griegos de 2002, la sombrilla de modé que no se le cierra de la noruega de 1971, el traje de hormiga atómica de la representación de Andorra en 2008, los patines del danés de 2004, los trajes unisex de los belgas de 1973, la capa del superhéroe de cómic barato del checo de 2009, los franceses y su plumerío setentero y “glam” de 2007, los suecos de 2007 con aquel solista tan parecido al friki Josmar, el traje de rayas azules y los pies descalzos de nuestra Remedios en 1983, los destartalados turcos del mismo año en Múnich, las “azafatas” y los “pilotos” de disfraz de los eslovenos en 2002 o los azafatos británicos de 2007 y un largo etcétera que ya no quedaron tan arriba en los votos, pero que son tan recordados sin necesidad de ser muy eurofan. Y es que hablamos de un show, pero tampoco hay que abusar como son los casos.

veraCada delegación juega sus cartas y algunos no dan en el clavo como los casos que he explicado anteriormente. Pero otros sí como los siguientes: Verka Serduchka (Andriy Mijáylovich Danilko), representante ucraniano de 2007 quedó segundo ese año con un número de transformismo y casi gana a Serbia que llevó una estupenda balada. La estrategia era buscar un tema teatral y festivalero de mucha pluma con mucha sal gorda que por entonces yo ya critiqué, y que en esa ocasión los eurofans también estaban de acuerdo conmigo en casi su mayoría. Muchos consideraban el tema y la actuación inmunda y horrorosa, es más, hubo hasta abucheos en la sala finesa donde ese año se hacía el Festival. Se llegó a decir “que su número ridiculizaba a  las mujeres” que era un histrionismo hiper gay que no gustó ni a los colectivos gays que muchos lo pusieron a parir por esa “ridiculización de la pluma”.

Viene a colación, porque con la pancarta del orgullo gay, que no sé que tiene que ver en este Festival dicho tema, la actuación de Conchita Wurst fue aclamada como la máxima reivindicación para derechos de gays, lesbianas, transexuales, bisexuales y porque ya no hay más opciones, sino también se añadirían. Con Verka fue todo lo contrario como he dicho. Y lo bueno es que creo que precisamente ha sido el voto heterosexual, que son la mayoría de la población, los que ha votado por las dos opciones de estos dos grandes artistas del transformismo. Remarco que son dos grandes artistas porque Verka demostró sin cantar nada ser un buen actor que se llevó votos porque la canción se hizo festiva y pegadiza a más no poder, unida al número, un circo que televisivamente fue muy efectivo.

 

Conchita Wurst FOTO 2Y en el caso de Conchita Wurst (Thomas Neuwirth), gran artista porque canta y canta muy bien, eso nadie lo duda a estas alturas pero como digo arriba el conjunto vestuario y la producción en cuanto a iluminación puede con la canción. En Dinamarca se echó el resto para iluminar como una Diosa a este intérprete, de una manera muy especial. No podía dejar a nadie indiferente, una “mujer” con barba y un glamour a lo Dietrich en la pose, dejando atrás la sal gorda de los típicos números de transformismo para vestir el número de “serio”. Eso magnetizó al gran público ante la tele que de eso se trata. Las cartas, los ases estaban ya echados. Otras mejores voces no tenían nada que hacer. Conchita tuvo un buen día, cantó divinamente una canción muy antigua.

¿Sin barba y sin ese traje con mucho brillo con mucha cola y un pelucón a la moda alguien hubiese puesto atención a una canción que sonaba a cover de las muchas canciones de Shirley Bassey que tanto gustaba hacer al artista cuando era Tom en los varios talent show en que salió sin pena ni gloria? Alguien duda que Países Bajos, Suecia, Armenia, Hungría, Noruega, España ¿tenían malas voces, malas canciones? Para gustos los colores como todo, pero eran temazos que fueron top ten, eso que tanto se anhela por estos pagos. El personaje Conchita ahora está inmerso en el tema de desfiles, más aparte de las canciones, con sus proclamas, mezclando churras con merinas a propósito de su victoria eurovisiva y ensalzado por diseñadores del lobby gay, como el señor de las gafas oscuras y el abanico, Karl Lagerfeld o Jean-Paul Gaultier que también usó como musa en otros tiempos a Dana International. No deja todo de ser un negocio de marketing y un toma y daca.

 

marija_naumova_nyEn la tónica de la ambigüedad jugó también Marie N (Marija Naumova) en 2002. Nadie daba por ella ni un duro en las apuestas pero que cuando salió e hizo el número del traje paso de “chico” a chica en un plis plas con una coreografía de diez que todos tenemos en mente la canción, que era una baratija del montón, pasó a ser una maravilla y se cargó otros temas de más empaque y fuerza como Estonia, Reino Unido o Francia, tres joyitas que merecían más la victoria que el número visual de la letona. Fue la Eurovisión de las varietés por el primer premio ese año. Lo malo es que ese número ya lo hacía Amanda Lear en los setenta, y es que no inventamos nada nuevo y algunos creen que inventan. Marie N jugó con el efecto sorpresa, sin promoción previa ya que según su vídeo de presentación para Europa lo que hizo en directo nada tenía que ver y ahí ganó en votos como la espuma. Cada cual sabe cómo jugar sus cartas y esta mujer y su conjunto de bailarines las supieron jugar.

 

lordiDe inventos hablamos, ¿qué significaba jugar con las máscaras de Finlandia en 2006 si no era para ganar? Atención, Lordi es un conjunto que canta hard rock como nadie liderado por Tomi Petteri Putaansuu o Mr. Lordi, son grandes estrellas en Europa y esa es su forma de cantar, vestidos así desde la primera mitad de los noventa. Ellos no se inventaron el personaje especialmente para Eurovisión, era ya su copyright desde hacía muchos años. La canción sonó como un estruendo y cantaron como siempre, genial. Pero vuelvo a lo mismo que con Conchita Wurst, son muy buenos cantantes, pero si esos chicos salen sin máscaras, con la cara lavá y recién peinaos por decir una frase antigua de las mías ¿ganan? Pues no, ya era hora para Finlandia, oveja negra casi todos los años desde su debut en 1961 y que por fin dieron en el clavo. Pero digo yo que tampoco estaban mal las geniales canciones e interpretaciones de las delegaciones griega, el rumano, el ruso, el bosnio o la sueca, entre otros.

 

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Dentro del show, que por sus características, salvando las distancias y el resultado, Dios me libre esta comparación tan gratuita, bebió el engendro español de 2008, están los alemanes Stefan Raab (Stefan Konrad Raab) en 2000 y Guildo Horn (Horst Köhler) en 1998. Se buscó el show efectista a la máxima potencia con ese toque medio de gamberrillo vestidos de mamarrachos que surtió su efecto porque en eclosión del televoto al gran público dejó pegados al sofá esos números tan barrocos, con luces en los trajes, bailarinas despampanantes, pantalones de campana, gafas bestiales haciendo un guiño al Elvis desmesurado de los setenta, y mucha cara dura a la hora de cantar esa banda que el showman de la televisión alemana llevó a Dinamarca en 2000. Quedó en quinto puesto. Pero el morbo del efectismo desmesurado  también lo llevó el sueco lapón con cantos ancestrales mezclados con mucho fuego, entre otros. Se había abierto la veda a la desmesura.

 

guildo_HornEl paisano de Stefan, Guildo Horn dos años antes, en 1998 justo cuando el televoto se normaliza de modo generalizado curiosamente, ya se optó por la patente de la casa del músico y humorista Raab. Se echaron a la pista británica a montar el show en un año que todavía no se prodigaban tantos circos. Guildo fue puesto a parir por muchos medios y ya no digo por los seguidores del Festival entre los que me incluyo porque más feo, espantoso y extramusical no se puede aparecer en un escenario. Entre esos pelos de loco, las campanas sacadas de las vacas lecheras bávaras, la capa “raída” y ese ataque que le da al subirse a los hierros de la grúa, que si se llega a caer hubiese sido la primera muerte en directo en un escenario eurovisivo, no daba ya para más. Y cantar, pues no cantó nada porque canta fatal. Ya os digo, pa matarse en directo si pierde pie y cae encima de la platea. Pero claro, una chorrada de canción fue subiendo en los votos y se colocó en séptimo lugar por la tontería del número y por encima de canciones mejores como Chipre, Suecia o Noruega que ese año eran joyitas que quedaron detrás de la memez alemana. Al jurado español le encantó, le dieron un 12, como también se lo dieron a Raab en 2000. Ya sabemos qué gustos hay por nuestros lares.

 

El caso del egocéntrico e histriónico Alf Poier y sus muñecos de cartón piedra, ese coro de locazas tan extravagante, pero sobre todo esos meneos de cadera desacompasados fueron la propuesta austríaca de 2003. No era favorito pero sí el más comentado junto a la tATu rusas. Una imagen más, las rusas vendían que se darían un morreo en escena y luego se echaron para atrás jugando ya con la ambigüedad sexual que vendía mucho pero que recordemos, esas señoras, que no son lesbianas en realidad, venían de Rusia y no hubo ovarios para besarse, lástima. Por cierto, tanto uno como las otras fueron súper insoportables en las ruedas de prensa con esos divismos que tiran para atrás, pero esa es ya otra historia.

alf_PoierPoier, que como su apellido indica montó el pollo. Llevó un tema que la gente si no es eurofán no recuerda si no ve las imágenes del este cantante y actor en la pista de Riga. Lo cierto es que la sala reventaba al son de la canción de Austria ese año, era un puro clamor unido también a ciertos abucheos muy sonados por parte del público eurofán que por entonces no eran tan partidarios de temas considerados como “frikis” por los medios. Es más, el muy estrellona al ver que quedó sólo sexto y no ganó dijo que en Europa no se tenía ni idea de música y en rueda de prensa ante la BBC declaró: “¡Odio el festival! ¡Al diablo con el festival!” Vaya por Dios, lo cierto es que Alf en las ruedas de prensa y por la calle se llevaba el personaje incorporado como hacía Conchita Wurst en 2014 y es que sin el personaje la canción se queda en nada.

 

 

buranovskiyeY estas no llevaban el personaje porque ellas ya lo eran, es que eran así. Las tiernas abuelitas rusas Buranovskiye Babushki – las abuelas de Buránovo- de 2012 casi se llevan el premio a casa a pesar de los abucheos de muchos que las ponían a caer de un burro. También tenía sus fans, pero sobre todo los medios hicieron el agosto con la imagen de estas señoras que no eran cantantes de profesión, tenían un coro en su pueblo que gracias a las redes y al youtube se hicieron muy populares a partir de 2008 en Rusia y casi van en 2010 al Festival. Por fin, cuando son escogidas, montaron un numerito que bien podría estar enmarcado en cualquier fiesta familiar donde todos somos muy fraternos y agradecemos ver que nuestros mayores también tienen un hueco en el mundo de las luces y las estrellas. Pero señores, ¿esta canción merecía 259 votos? Está claro que nadie escuchó los quiebros de voz, ni la canción en sí, ni la puesta en escena de las señoras. Se vio el conjunto, y el conjunto era una postal súper atractiva para el televoto, para el público que votó la imagen, porque musicalmente la canción era un esperpento. Y es que la promoción por ser ellas, por ser distintas a todo lo demás, era bestial antes del Festival y con esa estrategia se jugó y surtió efecto. Si ese año no va Suecia con la magnífica y bestial Loreen, ganan ellas de sobra porque superaron de sobra al tercer puesto del soberbio cantante de Serbia, y otros grandes y geniales temas como el de Albania, Estonia, Alemania o Italia. Que esas señoras estuviesen por detrás en resultado de las abuelitas rusas hizo ya saltar todas las alarmas. El televoto puso a las rusas en segundo puesto y el jurado profesional en el undécimo. Escandaloso.

 

El poder de la tele es muy grande, y hay imágenes inolvidables en la historia de Eurovisión, pero canciones totalmente olvidables y prescindibles que sin la imagen no consiguen votos como han sido los casos expuestos: Austria 2014 y 2003, Alemania 1998 y 2000, Rusia 2012, Letonia 2002, Finlandia 2006 y Ucrania 2007. Son más los ejemplos pero con esos me quedo de momento, con los que sí unos más que otros al fin y al cabo se llevaron el gato al agua y fueron portadas en su día y por supuestos seguirán siendo controvertidamente discutidos. Por cierto, las discusiones siempre dentro de la deportividad, no se admiten insultos personales, recordad, estamos hablando de personajes públicos no de nosotros y de personajes, porque todos son un personaje que cuando se quitan el disfraz ya no son ellos, o sea, que nadie se tome esta columna de opinión como una cuestión personal.