Oveja negra
Ivan Panero / ¿Qué pasa con Israel? Llevo varios meses con este país en el oído, por diferentes causas y/o opiniones, en los telediarios o en otros medios de comunicación de menos repercusión por los que de un modo u otro hay siempre algo que comentar sobre este país situado en el oriente próximo. Con riesgo a introducirme en temas delicados me atrevo a comenzar esta columna de opinión resaltando si Israel debería o no participar en la siguiente edición del Festival de Eurovisión. ¿Se debe castigar y por lo tanto prohibir su participación? ¿Se deben excluir temas políticos de los que más tarde rechazamos y continuar su carrera en el Festival sin problema alguno? ¿Debemos eliminar del mapa a la «oveja negra»?
Es cierto que Israel lleva años dando motivos suficientes para que muchos de los llamados «eurofans radicales» les de por afirmar que debería de prohibirse su participación en las próximas ediciones de nuestro adorado festival y yo me pregunto ¿Se debe cuestionar la ética de cada país para determinar si puede presentar o no su música ante el resto de países participantes? ¿Desde cuándo somos nosotros quiénes para juzgar si Israel no un participante adecuado? ¿Por qué han elegido el color azul en su bandera cuando el negro queda mejor con el blanco del fondo? ¡Cuántas preguntas sin respuesta! Pero nos atrevemos a formularlas y no contentos con ello nos atrevemos a responderlas como si nos fuera la vida en ello.
Me declaro neutro en opinión sobre este tema y evitaré que se salte algún que otro empaste en alguna persona, pero existen ya diferentes departamentos que conocen y saben más que de sobra si Israel debe o no participar en Eurovisión por una «supuesta» violación de los derechos humanos.
También es conocido y verdad de muchos que Israel se ha ganado la mala fama que ahora mismo circula sobre sus cabezas sin ayuda de nadie, sus últimos ataques al pueblo palestino no hacen más que acrecentar el «rechazo/odio» que muchos sienten hacia ellos, el «supuesto» genocidio que todos los días nos han taladrado la cabeza mientras comemos, hace que de una manera u otra se te remueva un poco el alma y te precipites a formar una opinión sólida sobre el tema. También es cierto que no conocemos ni la mitad del asunto (y no quiero decir con esto que defienda al país que vio nacer a la ganadora del Festival 1998 Dana International), pero se puede afirmar solo conocemos la versión que nos han ofrecido y la que los diferentes cargos superiores a la población rasa quieren que veamos, vivimos en un entorno manipulado y lleno de incertidumbre.
Durante los últimos días y siguiendo con este tema de radiante actualidad he podido ver como algunos seguidores del festival dejaban ciertos comentarios sobre diferentes artistas israelís que apoyaban a su país en esta guerra, me gustaría saber qué opinión tendrían si la misma situación estuviera pasando en España (¡Dios me libre!) ¿Seguirían apoyando a los artistas que se declararan a favor de nuestro ejército? ¿O si embargo en vez de defenestrarlos los considerarían patriotas y buena gente por defendernos? ¿Sólo vemos la paja en el ojo ajeno? Preguntas en el aire que cada uno debe meditar consigo mismo y es que empatizar es la mejor forma de poder ver desde dentro el problema y encontrar la solución, aunque muy pocos, por no decir nadie, somos capaces de hacerlo.
Continuando con la historia, ayer mismo pude leer en una noticia que Líbano y Marruecos podrían volver a participar en Eurovisión si Israel decidiera declinar su asistencia este año, pero vamos a ver…¿Qué ley absurda, dictatorial y retrógrada censura toda la cultura de otro país? ¿Nos tenemos que alegrar de que ambos países quieran regresar cuando son los primeros que no respetan a sus ciudadanos censurando la cultura de otros países? ¿Por qué nos causa alegría una situación que en otros casos nos causaría rechazo? Tantas y tantas preguntas.
Yo mientras tanto seguiré disfrutando de todas aquellas aportaciones de calidad que Israel nos ofrece en el Festival de Eurovisión, sin girar la cabeza para mirar a otro lado y acordándome de lo que «supuestamente» han hecho, pero sin mezclar política con música, churras con merinas o naranja y rojo.
Esperando la nueva retahíla de preselecciones estoy.