Una candidatura por encima de nuestras posibilidades
Como si se tratase del 22 de Diciembre año tras año los españolitos confiamos que TVE nos sorprenda y nos toque “el gordo” con la elección de nuestro representante en Eurovisión; a ciencia cierta sabemos que la probabilidad es tan baja como que te toque el mencionado premio.
TVE es naturalmente opaca en esta materia, nunca llegamos a saber con certeza quién o quiénes son los responsables de tomar estas decisiones, quién decide entre elección interna y pública, quién elige el representante o los candidatos a representarnos. Los que seguimos y amamos el festival desearíamos más trasparencia en este sentido y sobre todo saber qué criterios se siguen; el sistema elegido en un porcentaje muy elevado se ha mostrado ineficaz, una España que no gana desde hace más de 40 años y que está relegada a los últimos puestos de la tabla con demasiada frecuencia.
Después de muchos rumores TVE finalmente se ha decidido una vez más por una gala con varios candidatos, deja atrás su decisión de los dos últimos años (elección interna del artista) y vuelve a apostar por un sistema con participación ciudadana para elegir artista y canción.
Podemos pensar que un método participativo como este tiene como principal objetivo encontrar su fuerza y razón de ser en el protagonismo de la población, para que hagamos de ello algo propio y no un ente ajeno al que simplemente apoyamos como espectador.
También podemos pensar lo contrario, que es una visión engañosa y que lo que consigue es dividir entre seguidores y detractores de tal o cual artista, a los cuales contemplamos degollarse los unos a los otros en las redes sociales.
Sea como fuere, lo que tenemos a día de hoy son 5 candidatos sin carreras musicales consagradas exceptuando a Ruth Lorenzo que goza de cierto reconocimiento en el Reino Unido. El comportamiento de estos artistas en un escenario tan impresionante como el del ESC, con tantos millones de espectadores en directo nos hace albergar serias dudas.
Entrando en materia y analizando las candidaturas, pocas sorpresas, como de costumbre. Las propuestas de Jorge González, Raúl, La Dama y Ruth Lorenzo en mi opinión son propuestas para volver a las posiciones a las que nos estamos acostumbrando, es decir, a los últimos puestos de la tabla. La mayoría de los compositores que se deciden a presentar candidatura no acaban de enterarse por donde va la vaina, seguimos haciendo un tipo de música que solo gusta aquí y no en Europa y eso cuando gusta aquí, que a veces ni eso.
La única y grata sorpresa de la selección de este año viene por parte de Brequette de la mano de los compositores Thomas G:sson y Tony Sánchez Olsson, una apuesta totalmente distinta a lo que TVE nos tiene acostumbrados, un tema moderno y con mucha, mucha fuerza, encarado esta vez sí, mucho más a los gustos europeos que a los propios de nuestro país, pero eso que a priori puede parecer una ventaja es a la vez un handicap, para verla sobre el escenario en el próximo certamen de Eurovisión debe primero pasar la criba del gusto musical de los españoles y eso se me antoja harto difícil, esta candidatura por decirlo de una forma familiar para todos nosotros “está por encima de nuestras posibilidades”.
Una vez más seguidores y detractores se rasgan las vestiduras frente a una candidatura, pero más allá de ese eterno debate que a veces adopta el tono de patio de colegio, lo que está encima de la mesa no es eso, no se trata solo de “unir frente a un candidato”, o eso creo, supondría tener unas miras bastante limitadas. Debemos superar nuestras propias barreras y ser capaces de construir un catalizador que pueda irrumpir más allá de nuestras narices.