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Ángeles Caídos y Demonios en 2021

Este año contamos con dos canciones referidas al demonio. En este artículo intentaremos analizar lo que suscita esta temática.


TIX se impuso este año a Keiino en el Melodi Grand Prix noruego con la elección de una canción referida a un ángel caído (Fallen Angel), una balada pop que recuerda a los mejores tiempos de Backstreet Boys, Justin Bieber o Timberlake, si lo prefieren, pero con un mensaje nada ligero, muy íntimo y conmovedor, que se ha plasmado en la reciente publicación de su vídeo.

El tema en sí habla de la añoranza de un amor no correspondido en la que el cantante se compara con un desdichado ángel caído que no puede ni por asomo alcanzar la perfección de su amada, que sí es un ángel venido del cielo. El vídeo resume a su vez la historia paralela de acoso escolar sufrido por el propio cantante en su infancia y adolescencia, producido por sus constantes tics nerviosos (de ahí su nombre artístico), lo que le obliga a una superación personal y a una lucha que continúa y emociona hasta ahora.

En la puesta en escena que se desplegó para el Melodi Grand Prix se puede ver al cantante vestido de una especie de ángel del Bronx (alas gigantes, cinta de pelo, abrigo de voluminosas pieles sintéticas, gafas de sol de malote y abundante joyería fina del Primark), encadenado a una serie de demonios o brujos demoníacos que, en pleno aquelarre, realizan una coreografía espasmódica, casi epiléptica, que hace descender a TIX al más oscuro de los infiernos.

Por otro lado, Chipre (que casualmente actuará en un puesto inmediatamente anterior a TIX en la primera semifinal de Rotterdam 2021), seleccionaba a dedo la candidatura de Elena Tsagrinou con su movido tema El Diablo, como se ve, con título en español.

La canción también habla de un amor, esta vez correspondido, pero con una complicación tal que la interesada llega a comparar a su amado con el propio diablo. Expresiones como mamacita, taco-tamale, mi amor o lo-la-lo-la-lo-ca le dan un toque latino que contrasta con el inglés del resto de la letra, lo que hace pensar que el diablo es alguien de los suburbios de Ciudad de México o de las barriadas más peligrosas del Medellín de Escobar, quién sabe. Los protagonistas se conocieron en una alocada fiesta y la explosión de baile y sensualidad hizo que ambos se enamoraran ciega y perversamente, rompiendo las reglas y vendiendo su alma al susodicho. Elena, por su parte, considera que es su ángel. Imaginamos que ese cortocircuito pasional se reflejará en la puesta de escena de manera similar a la que refleja el vídeo.

Dicha comparación satánica ha generado en la Iglesia Ortodoxa chipriota un malestar tal que han pedido incluso que la joven se retire del festival porque la canción «ensalza una sumisión fatalista de los humanos a la autoridad del diablo», arguyendo además que la canción supone una «mofa internacional hacia los cimientos morales del país por medio de una promoción de la adoración satánica» y proponen a la televisión nacional que sustituya el tema por otro que «exprese su historia, cultura, tradiciones y demandas históricas.»

La protesta eclesiástica llegó unos días después de que un hombre se pusiera a amenazar a gritos a los trabajadores que entraban a las dependencias de la radiotelevisión pública, basándose en que su propuesta era «blasfema» y una «afrenta a la Cristiandad». Dicha protesta se sumó a las de partidos de extrema derecha, organizaciones de teólogos y chipriotas de a pie que mostraban su descontento en las redes sociales.

El revuelo ocasionado en la isla mediterránea contrasta con la no reacción del país de los Fiordos, que lejos de asustarse o incomodarse por las referencias diablescas de su representante, han apoyado al cantante (además, en una votación pública) por la historia subyacente de superación y aceptación de la diferencia que propone TIX.

Y aquí se hace patente una diferencia histórica entre iglesias (de la misma religión cristiana, se supone) que trasciende a las fronteras nacionales: Noruega, reino cuya religión mayoritaria es la evangélica luterana, con una población de unos 5.400 millones de habitantes, le da mínima o nula importancia al hecho de que el título de su canción haga una clara referencia al diablo; Chipre, república mediterránea de poco más de 900.000 habitantes, arma un escándalo nacional porque su representante lleva una canción en la que su intérprete se ha enamorado de un ser infernal… vaya usted a saber con qué connotación, si sexual o simplemente porque el chico es una calamidad.

Me pregunto también si el hecho de que un hombre se considere un Ángel Caído es más aceptable que una mujer se enamore de Lucifer y que, casualmente, la parte femenina se identifique con un ángel en ambas canciones, de países tan diferentes. Casualidad o no, lo que queda claro es que en un Festival en el que la temática no puede ser ni política, ni religiosa ni abiertamente sexual, los autores cada vez se ven más restringidos a la hora de expresar sus sentimientos en forma de música con comparaciones o alegorías, pues van a tener delante a colectivos que a la mínima consideración de ataque a sus ideas, se van a poner en contra. De hecho, me extraña que para la canción noruega no se haya ofendido públicamente el colectivo de acosadores escolares porque el tema atenta contra su privilegio histórico de seguir burlándose del diferente.

En definitiva, es evidente que los conceptos religiosos pueden aflorar en Eurovisión (ya que la UER no se ha pronunciado al respecto en ninguna de las propuestas) y ello no va a dejar de sorprender, emocionar y suscitar apoyo entre los televidentes que disfruten con cada participación.