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Nuevos ritmos desde Italia para Eurovisión

Del 2 al 6 de marzo, el teatro Ariston vuelve a acoger las cinco galas en las que se desarrolla el padre del Festival de Eurovisión, Sanremo. La pandemia que azota el mundo hace también estragos en el histórico certamen: la platea vacía y un participante no puede pisar el escenario por tener que guardar cuarentena (Irama). Como conductor repite Amadeus acompañado del showman Fiorello. La factura técnica, impecable. Recordados eurovisivos entre los participantes (Meta, Michielin) e invitados (Emma, Cinquetti, Tozzi, Il Volo, Leali, Mahmood, Gabbani, Diodato). La audiencia de la final: casi 11 millones de espectadores y un 53,5% de cuota de pantalla.

Los vencedores del festival, con una media de votos de casi el 41%, fueron el grupo Måneskin con Zitti e Buoni (Calladitos y buenos), un canto a la diversidad, a la excelencia de la diferencia y a su exaltación frente a lo socialmente establecido. Diversidad expresada como valor positivo frente a lo gris de la gran masa social que la califica de locura y exige hacer la vista gorda para mantener sus reglas.

El grupo Måneskin (Luz de luna en danés) se forma en 2016. Lo componen la bajista Victoria de Angelis y el guitarrista Thomas Raggi y se unieron el cantante Damiano David y el batería Ethan Torchio, todos autores del tema. Con un estilo rock transgresor, se presentan a Factor X y consiguen el segundo puesto. Pasaron de cantar en las calles de Roma a firmar con Sony y publicar el EP Chosen.