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Valencia 2018: pasión eurovisiva

Si decía Gardel que veinte años no es nada nosotros podemos decir que 27, tampoco. Y es que los días 6, 7 y 8 de diciembre Valencia acogió el vigesimoséptimo congreso de AEV, y la ilusión fue la misma que en el primero (supongo, porque yo no había nacido por entonces, pero eso atestiguan las crónicas) y que en los precedentes (de estos últimos sí que puedo dar fe). Una vez más, eurovisivos de todas las partes de la península (y de las islas) nos reunimos para compartir fiestas, visitas por la ciudad y, como no, Eurovisión en todos los sentidos.

El primer evento que compartimos fue la visita al ayuntamiento de la ciudad. Nadie se quedó indiferente: las pinturas de la cúpula, los estandartes, las estatuas, el salón de plenos y el de cristal… hasta el belén, que ya estaba montado, fueron elementos que admiramos. La salida al balcón, con las vistas a la plaza, fue muy celebrada, así como la presencia de una fallera que fue el objetivo de muchas peticiones de fotografías. El mercado central también sorprendió muy gratamente a todo aquel que no lo conocía.

Hubo más paseos por la ciudad y fiestas, como no, como la del cocktail bar FLASH!, donde la música eurovisiva fue tan celebrada por los congresistas que muchos clientes que no eran del grupo no podían por menos que unirse.

En el Hotel Expo Valencia, sede del congreso, fue donde se desarrolló el grueso de las actividades del mismo, desde la parte más seria ( la asamblea ordinaria y extraordinaria ) a la más lúdica ( nuestro particular “Un, dos tres…responda otra vez” centrado en la temática eurovisiva -¡ay! RTVE siempre va ligada a nuestros recuerdos- ). Dentro de las actividades congresuales destacamos la votación del XXX Festival AEV Provincial (¡enhorabuena Madrid!), el visionado del Festival de Eurovisión de 2003, y la elección de la sede del que será el Congreso de 2020. Pero sin duda, el plato fuerte del congreso fue la visita de dos eurovisivos con solera, Micky ( Londres, 1977 ) y José Mª Guzmán –Cadillac- ( Bergen, 1986 ). Desgraciadamente, no pudios contar con la presencia de Salomé ( Madrid, 1969 ) por una ligera indisposición.

Da gusto ver como estos dos artistas son eso, artistas. Micky, además de relatarnos sus recuerdos del Festival, nos contagió de su energía y de su amor por la música y nos trajo ejemplares de su último álbum, “Desmontando a Micky”. Guzmán podía estar hablando de música horas y horas, y escucharle es siempre un placer porque ha tocado muchos palos y todos bien, con respeto, excelencia y enorme profesionalidad. Los dos nos acompañaron en la cena de hermandad donde comimos, bebimos, bailamos… y asistimos a la entrega del premio Eurovisivo del año a Jose Luka, uno de los artífices de las “Pre Party” que se vienen celebrando en Madrid desde hace tres años y que nos hacen disfrutar y soñar con volver a traer a nuestro país la celebración de un Festival de Eurovisión.

Finalmente, los socios decidimos que la ciudad del Congreso de 2019 será Sigüenza. Abrazaremos su catedral mientras disfrutamos de nuestra pasión eurovisiva.