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Hatari: el techno-hardcore-punk de Islandia en Eurovisión 2019

Cómo sorprender a la audiencia y hacer una preselección digna. Esta era la cláusula esencial para que el Söngvakeppnin resurgiera de sus cenizas y una nueva edición volviera a triunfar en Islandia: cambios en la escenografía, aportando pantallas led y la introducción del jurado.

Una preselección que estuvo compuesta por dos semifinales y una final retransmitidas desde el estadio Laugardalshöll, situado en la capital, Reykjavik. Los cuatro mejores puntuados en las semifinales, más una repescada por la televisión del país, fueron los cinco finalistas que compitieron durante la gala final del 2 de marzo.

El primero en desfilar por el concurso fue Fredrik Omar, conocido ex-miembro de la banda Eurobandid (Islandia 2008), que interpretó desde un pódium majestuoso Hvað ef ér get ekki elskað, una balada muy íntima compuesta, entre otros, por la eurovisiva Selma. El tema fue interpretado íntegramente en islandés y lo más asombroso es que la acogida fue muy buena. Eso sí, los años del rubio Omar se notan y la fuerza vocal ya no es la misma que hace 11 años.

La siguió la joven Kristina Skoubo Baerendsen con la canción Mamma said, un tema pop-rock fresco con actitud de rebelde pero vocalmente imperfecto. Aun así, los cuatro bailarines que le acompañaban fueron lo mejor de la actuación, agilizando la monotonía del tema. Este fue el tema que repescó la RÚV para formar parte de la final.

La tercera en actuar fue Tara Mobee, con un tema disco-pop con pocas pretensiones pero con una interpretación digna y segura. Mobee actuó junto a cuatro bailarinas en una escalinata en forma de pódium para brillar en su actuación con el tema Fighting for love y la cosa no le fue nada mal.

Atención, porque llegaba el momento más esperado de la noche: el retorno a la competición de Hera Björk. La diva islandesa en el festival del 2010 volvía nuevamente a la preselección de su país con una imagen totalmente renovada gracias a una reducción de peso y a retoques faciales. Personalmente, creo que fue una de las mejores interpretaciones de la noche. El tema que interpretó fue Moving on, una balada bien interpretada y cantada con la fuerza vocal a la que ya nos tiene acostumbrados Hera.

Y los encargados de cerrar el concurso fueron los favoritos de la noche, Hatari, una banda forma-da por Clemens Hanningan, Matthías Haraldsson y Einar Stefánsson. Ellos se han definido desde sus inicios como banda BDSM anticapitalista y su radicalidad ha hecho que sus actuaciones y singles sean todo un éxito en su país. Para la gala interpretaron Hatrið mun sigra (El odio prevalecerá), un tema al estilo de la banda: techno-hardcore-punk que además ganó popularidad al cantarla íntegramente en islandés. Sus llamativos atuendos y su coreografía desgarradora fueron los detonantes para ser una de las actuaciones más modernas del concurso.

Y entre conexiones y más conexiones a la green room llegamos a la deliberación final. De una parte, el jurado eligió los dos superfinalistas que, curiosamente, fueron las dos canciones interpretadas íntegramente en islandés: Fredrik Omar y Hatari. A continuación, llegó la decisión del televoto, sin ninguna sorpresa añadida y dando la victoria deslumbrante a la banda Hatari con su tema transgresor.

Pocos días después de su triunfo, la banda recibió el premio Artista del Año en los Icelandic Music Awards, en la categoría de pop, rock, electrónica y hip-hop. Esta entrega no estuvo exenta de polémica, ya que el trío aprovechó para criticar al gobierno islandés en áreas de derechos humanos, democracia y acatamiento de las leyes.

Sin duda alguna, Islandia regresa al festival pisando fuerte para volver a cosechar sus buenos momentos musicales a los que ya nos tiene acostumbrados. ¿Lo conseguirán con esta nueva fórmula?

Por Josep M. Sebastià