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Eurovisión 2015, crónica de la segunda semifinal: Suecia a un paso de la victoria con su aplastante superioridad mediática

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Danimoti Dani Moti / La pésima realización y sonido así como la superioridad de Suecia destacaron en la semifinal de ayer. Puestas en escena un poco más recargadas que no acabaron de lucir gracias a la desidia de los cámaras austríacos y un nivel musical un tanto superior aunque anclado en los tópicos europop que etiquetan al festival de rancio y antiguo. Canciones que suenan escandalosamente a déjà-vus tanto dentro como fuera del escenario eurovisivo.

La gala se abrió con la poca gracia de las tres presentadoras que en esta ocasión se decantaron por el brilli-brilli y los cristales de Swaroski que dieron un poco de luz a su gris interpretación. Ceñidas al guión el trío femenino pasa sin pena ni gloria entre sus comentarios faltos de humor y sus sonrisas enlatadas. Todo ello bajo el ojo de Gran Hermano en el fondo de pantalla.

Los errores de cámara comenzaron pronto, a la hora de presentar a los artistas que otra vez tuvieron que ir a través de la pasarela barroca en un numerito digno de Crucero Pullmantur. Conchita Wurst daba paso después a la green-room mientras todos nos preguntábamos si las orejas de la artistas eran también postizas.

Con un número infantil y previsible Lituania rompía el hielo. Un tema simplón para una pareja que sigue sin encontrar la química en el escenario. Expresiones de éxtasis de los cantantes que parecían pasárselo bomba y un Vaidas ansioso de protagonismo que arrastraba a Mónica, ataviada con la bandera de Estonia, a través de todo el escenario. Ni el beso de él a ella ni los besos LGBT del coro gozaban de credibilidad alguna. La representante irlandesa parecía un flan embutido en una chupa de cuero con mangas transparentes. Quién iba a decir que Molly tenía 17 años, en su lugar parecía una actriz secundaria treintañera en el papel de cantante de country alcohólica. Una preciosa balada con un buen fondo de pantalla aunque en su conjunto acabó plasmando una deprimente escena gótica a lo Tim Burton.

La vigésimo cuarta canción de Ralf Siegel pasará a la historia por ser de la que más rápido nos hemos olvidado. Dos adolescentes sin granos y con voz de pito. Un tanto más entrado en años y en carnes estaba el cantante montenegrino, el primero en lucir bottox en escena. La misma canción de cada año con un momento Avi Toledano muy logrado y unos coros impecables. Otra que salió de negro (y van cuatro) era la cantante maltesa que como era de esperar no sobrevivió a las semifinales. ¿Acabará abrasada por el fuego de su fondo de pantalla? A pesar que el traje la hacía mucho más delgada y le daba la libertad para enseñar la pierna la cantante no estaba a la altura ni de Shakira de la que copiaba sus movimientos, ni de Elena Paparizou en Survivor en la que inspiró su actuación.

Los primeros en ir de blanco fueron precisamente los más pálidos de la noche. Uno de los mejores temas de este año exageró en sobriedad y destacó por la descordinación del dúo en el escenario. Ella con su pasador metálico era una mezcla de Jessica Rabit y Julianne Moore

La cantante portuguesa parecía sacada del baúl de La Bola de Cristal, muy enfadada en su directo con su modelito de vinilo, también de negro. El dúo checo presentaba un tema aburrido muy honradamente representado en directo, dos artistas con un enorme magnetismo que se comían la cámara sin la necesidad de mirar a ella. La ORF obvió sorprendentemente cualquier primer plano de los checos. Seguimos sin entender el momento Nanne Grönvall de Marta tirando los zapatos al final de la actuación.

La delegación israelí no aprende la lección de que el/la vocalista no puede ser la más gorda del conjunto de baile. Un tema enlatado que podría haber sido compuesto por Tijeritas con una típica coreografía. Como se nota que a los israelíes les gusta la artillería indiscriminada a decir del exceso de chispas en la actuación. La siguiente canción no era un revival del anuncio de Tía María. La delegación letona recicló el fondo de escenario de Azerbaiyán el pasado año. Un alarde de buen gusto para una elegante Grace Jones vestida de rojo. Primer performance destacada de la noche.

Digno de una película de terror era la escenografía azerí. Un bailarín fofisano salía del pozo de The Ring que coronaba el fondo de pantalla para contornearse, sin acabar de levantar la pierna por encima de la bailarina, a lo a Gollum. No sabemos si catalogar de griterío o perfección la voz de un Elnur, un tanto subidito de tono que acabó agradeciendo a Australia su actuación. El conjunto deslució otro de los grandes temas de este año. Sola, ahogada y descalza salió a escena la cantante islandesa con un coro repleto de glorias eurovisivas del país.

Si se copian las cosas se tienen que copiar bien. Suecia dio un golpe sobre la mesa con una puesta en escena técnicamente perfecta que acreditan que este país juega en otra división en Eurovisión. Una canción mediocre tan atractivo como convincente pasan totalmente desapercibidos ante el despliegue de gimmicks que a bien seguro secuestrarán la atención de todos los espectadores el próximo sábado. Un híbrido entre Joel Ursull, Betty Missiego y Mariette era la representante suiza, demasiados adornos para un tema a medio hacer.

Menos es más a juzgar por la actuación de Chipre, otro tema sin ton ni son que sacó partido a la ternura del cantante. A bien seguro el público seguirá preguntándose porqué la cantante eslovena lleva los cascos en escena. Otra buena canción muy desaprovechada, ni su vestido de encaje ni la bailarina electrocutada tienen nada que ver con la canción a lo Duffy de Maraaya que acabó con su melena enganchada en los auriculares. Con un coro digno de Irlanda 1.991 y un exceso de tonos pastel, la puesta en escena polaca parecía diseñada por Sophie Kachinsky. La cantante nos tuvo a todos en vilo pensando que el velo del traje se le iba a enganchar a la rueda de la silla.

Mejoró ligeramente el intermedio, en el que TVE volvía a animar a la gente a votar a Ciudadanos. Tanto la representante alemana como los italianos dieron sus entrevistas en inglés, lo que vuelve a dejar en evidencia la negativa de los representantes españoles a internacionalizarse, «Ruth te echamos de menos». Los videos de la televisión austríaca nos recordaron a sus grandes nombres, Klimt, Freud y Billy Wilder, «fíjate tu que yo no sabía que este señor nació en Austria». Para acabar un video muy logrado con los errores históricos durante las votaciones de Eurovisión, gracias a la ORF por obviar el «Esluvenia» y el «Oit points», recordando el pucherazo escandinavo de 1.963.

Con más emoción que la noche anterior se anunciaron los diez nombres. Azerbaiyán sigue sin perderse una final, Suecia consigue su quinto pase consecutivo, Noruega lo hace por cuarta vez mientras que Polonia, Montenegro y Eslovenia lo consiguen por segundo año consecutivo. Lituania vuelve a una final tras su ausencia el pasado año, Letonia consigue su primer pase en siete años y completa la primera final con los tres bálticos desde 2002. Israel entra en su primera tras cuatro años sin conseguirlo mientras que Chipre logra so objetivo tras su ausencia el pasado año en Eurovisión.

Islandia no estará en su primera final en ocho años, dejando en tan solo dos el número de países escandinavos. Irlanda y Portugal quedan fuera por segundo año consecutivo mientras que Suiza, San Marino y Malta no consiguen repetir final. La República Checa seguirá sin estar en una final tras cuatro participaciones.

Si nada se tuerce el sábado, Suecia se impondrá con tema que deja en evidencia la crisis artística de Eurovisión un festival que se aleja más y más de la música intentando convencer a la audiencia con numeritos y personajes ajenos a ella.