¡Últimas noticias!

La Jauría

Jorge ToralJorge Tove / Antes de nada, ya que no he tenido la oportunidad antes, quisiera felicitarles el año 2015 a las y los eurofans que leen estas líneas y desearles que tengan salud, paz y amor para todos y cada uno de los 365 días que lo componen. He dicho bien, paz y amor… ese deseo que muchos olvidan irremediablemente a partir del mismo instante en que chocan las copas de cava, champán, sidra o clarete de Año Nuevo, para adentrarse de lleno y sin tregua en esa jauría de perras salvajes en que se ha convertido últimamente la elección del representante de nuestro país en Eurovisión.

 

¿El culpable? Pues por esta vez: TVE, hoy a órdenes de nuevos dirigentes que tienen como objetivo primordial (aunque no lo parezca, como he mencionado en numerosas ocasiones y no me canso de recordar) dejar la cadena pública en bancarrota absoluta y desmantelarla de arriba abajo. No en vano, ya se han vendido los insignes Estudios Buñuel por 35,27 millones de euros, como aperitivo de la espiral de privatizaciones, ventas y ceses a la que nos veremos abocados los contribuyentes en no mucho tiempo.

lobo

Claro está, en el panorama en el que nos encontramos, no es difícil adivinar por qué España ha sido de los últimos países en anunciar siquiera el formato o manera en que se elegiría al representante. Afortunadamente para mi gusto, la acertada aunque tardía manera ha sido el famoso dedazo. Por ello, aprovecho para felicitar a Edurne y a los compositores (Tony Sánchez-Ohlsson, Tomas G:son y Peter Boström) por haber sido los agraciados y porque confío en ellos plenamente, ya que tienen una trayectoria probada de éxitos. Eso sin contar con que Edurne ha demostrado en múltiples ocasiones ser muy versátil y ambiciosa en el escenario, lo cual nos garantiza una actuación de alta calidad en nuestro querido Festival. Al equipo le auguro un futuro muy exitoso, si no en Eurovisión, sin duda en sus respectivas carreras.

edurne

El tema Amanecer está aún sin grabar ni publicar en el momento de la redacción de este artículo. Así que por el momento solo nos queda esperar que, gracias al savoir faire de los artistas que intervienen, tengamos una de las mejores interpretaciones de España en Eurovisión. A ver si es verdad que en las próximas semanas se hace público el tema y podemos saber más, opinar y predecir algún resultado en la Final del Festival, que recordemos este año no es moco de pavo pues es la sexagésima edición del mismo.

No obstante, a pesar de estas buenas noticias, me gustaría hablar de las consecuencias que esta fatídica incertidumbre que hemos sufrido gracias a la indecisión de TVE. Como casi cada año, se han sucedido los omnipresentes bulos y rumores sobre quién iría o dejaría de ir representándonos, con la consabida pelea de barro en las redes sociales, que a muchos me consta que les pone hasta macondos [la palabra es la que rima, pero el corrector ortográfico me obliga a hacer este pequeño homenaje a García Márquez]. Eso por no hablar de las voces contrarias que surgirán a partir de la elección de Edurne, aunque hasta ahora solo he visto palabras buenas al respecto (veremos qué ocurre cuando salga la canción).

A mí no es que esta pelea me horrorice, pero me aburre sobre manera y, lo que es peor, me hace plantearme seriamente si deseo seguir “en la brecha eurovisiva” o si por el contrario debería mandarles a todos a… bueno, dejémoslo en dejarles que disfruten alegremente de su particular lucha por imponer sus verdades absolutas y sus fuentes de toda confianza. ¡Y eso que este año, en comparación con la disputa de lorencistas y brequettistas del año pasado, se me ha hecho un patio de monjas ursulinas! Parece ser que no he sido el único, pues hasta el propio Sánchez-Ohlsson ha manifestado que este ha sido “uno de los secretos más coñazos a guardar de su vida” (aunque supongo que por razones algo diferentes a las mías, pues yo solo he sido un simple espectador, pero él habrá tenido que morderse tanto la lengua que tendrá ya callo).

Y es que últimamente parece que el mero hecho de conseguir el exclusivón del año, ha despertado en centenares de eurofans el deseo incontenible de ejercer de periodista: Se han creado fotos con la posible elegida y los logos oficiales (ya hemos confirmado que estaban equivocados); se han publicado decenas de posts con confirmaciones fidedignas (finalmente erróneas) pero que en su día parecían haber sido dictadas por el Espíritu Santo; se han desvelado obras y milagros sobre “la posible”; algunos hasta han fantaseado con el vestido…

Todo ello aderezado de fuentes de dudoso rigor informativo (“me han dicho…”, “conozco a Pepito que trabaja en el departamento xx que me asegura que…”, “está más que confirmado…”, “es más que evidente que…”) y con la única base de un tuit que hizo saltar las alarmas y que, ahora que sabemos que es Edurne, parecen haberse esfumado por arte de magia. No lo reproduciré literalmente, pero básicamente (por si alguien no se enteró aún), una de las “posibles más plausibles” de entonces, Marta Sánchez, retrasaba el lanzamiento de su nuevo disco por causa de un proyecto que en breve sería desvelado y por el cual merecería la pena esperar. Desde ese momento, la gente pareció olvidarse de que Edurne ya había anunciado sospechosamente en diciembre su retirada sorpresa del programa televisivo que presentaba, casi a hurtadillas y con la única explicación de que tenía que preparar su próximo disco. Tras el tuit de la Sánchez, sin embargo, todas las miradas de repente se dirigieron en masa sobre la diva “que nunca se rinde”. Craso error, como se ha visto.

El caso es que, dejando a un lado este Amanecer optimista que hoy nos ilumina, quisiera recordar que sigue en antena el programa Hit, La canción, que como es lógico elimina de plano toda posibilidad de que sirva para propuesta alguna en Eurovisión.

Aparte de esto, no sé si con buen criterio, el programa conducido por Cantizano, lejos de haberse planteado como un Melodifestivalen a la española como yo imaginaba, visto lo visto no es más que un pequeño duelo semanal entre cantautores, auspiciados en cada programa por unos maestros de lujo (o semilujo, si me lo permiten… y no daré nombres de quién me parece lo uno y lo otro), los cuales procuran —intentando no herir demasiado la sensibilidad de los no agraciados— escoger el tema que mejor les va a su voz y a su forma de ver la música.

Porque al fin y al cabo, desde mi punto de vista de escuchante y no ejecutante, la música es un arte difícil de medir objetivamente y se nos olvida que tratar de acotarlo en forma de concursos, duelos o audiciones no es más que una subjetiva, efectiva y comercial manera de ponerle puertas al campo. Para gustos los colores; para voces, letras y estilos… los que cada intérprete considere oportunos.

Lo que en verdad aprecio de este formato es el lugar que parece retomar el autor, tan enaltecido en Eurovisión hasta los noventa y tan ninguneado últimamente en los eventos-tipo-conciertazo que organiza la UER para nuestro querido Festival. Se nota que aquí los recursos son pocos… pero está claro que el talento y la emoción se escapan a los escenarios grandilocuentes y a las puestas en escena brodwayenses, pues debo reconocer que en algún momento me he dejado llevar por las historias que hay detrás de cada canción y la manera que han tenido algunos de los participantes de contarlas.

HIT-la-cancion-cantantes

En definitiva, me gusta que en este concurso sí podamos ver los entresijos de las canciones, los errores, los cambios de lo que no cuadra, los arreglos, los motivos de cada elección, cada consulta, cada decisión… ese trabajo de estudio que a muchas personas de juicio alegre les parece tan fácil (cada vez me irrita más la gente que menosprecia la dificultad de las cosas), pero que en realidad lleva horas de ilusión, esfuerzo y coordinación.

No olvidemos que Eurovisión es un festival de canciones y, por tanto, las y los eurofans deberíamos estar disfrutando de este proceso al ser partícipes de él, con intérpretes que reconocemos y con autores que bien podrían estar a la vuelta de la esquina. Veámoslo todo desde una perspectiva positiva… pero sobre todo, relajémonos cuando escuchemos la canción y disfrutemos de lo que nos ofrezcan, pues poco podemos hacer al respecto. Es un consejo para aquellos y aquellas que se meten en largas y agitadas trifulcas que leo en redes sociales, pues creo que aceptando la realidad tal como es alguno se evitaría el uso o abuso de algún medicamento. Sin más, le deseo toda la suerte del mundo a Edurne. Y a los eurofanns, mucha paciencia y mucha deportividad, por favor.