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El Jesc ese

jose de las cuevas¨¡La vida es demasiado corta!” escucho decir a la impresentable presentadora del JESC 2014. Y eso se lo dice a una audiencia que se supone mayoritariamente compuesta por niños. Mis ojos no dan crédito. Todo para dar más publicidad a la -según ella- isla más pequeña de Europa (¿perdónnnnnn?) que incluía a su capital Valeta en una reciente encuesta entre las 20 ciudades más bonitas del mundo y que no debemos dejar de visitar antes de palmarla. A punto estuve de enviarle un tweet para preguntarle por las otras 19. Creo que después del show de anoche la Valeta sería la última de esas ciudades adonde viajar.

No es de extrañar la torpeza de Moira Delia, solo conocida en su país por presentar las preselecciones maltesas. Todos los redactores de AEV saben que al que le toca escribir el artículo de Malta es que algo ha hecho mal en una vida pasada y es lo que tiene el karma. La pobre Moira es lo que llamamos una señora con cara de loro revestida con unos cortinajes y modelos que deben de seguir de moda en la isla mediterránea. Y solo allí.

Con otra afirmación falsa, “the biggest JESC ever”, empecé ayer a ver el directo de uno de los festivales con menos sentido de los que existen. Dieciséis países participantes de los 29 que han tomado parte en alguna ocasión desde que en 2004 empezó este bodriazo. Es descorazonador ver el mapa de Europa con los países activos y los que han decidido no volver a enviar representación. Solo Suecia, Holanda y Malta se empeñan en seguir dando un toque occidental al evento, a los que este año se ha unido Italia por vez primera.

Cuando uno ve la versión mini de Eurovisión entra en una vorágine bipolar que le lleva desde los momentos entrañables de ver a tiernos niños desafinando o incluso bordándolo en el escenario a escenas patéticas de niñas que ya tienen edad para comerse algo más que rabos de pasas y que no tienen ni siquiera oído musical.

Miedo me da si del JESC se sacan las futuras participaciones de esos países en Eurovisión, al estilo Rusia 2014 con las sosas hermanas Tolmachevy. El ridículo de San Marino con las cinco integrantes de Peppermint que no saben lo que es armonía hace que, si las eligen individualmente para futuras eurovisiones, puedan quedarse 15 años sucesivos en las semis ( si nos castigan con 3 años cada uno como con Valentina)

El año pasado Emmelie de Forest acudió al Festival de los niños protagonizando su “interval act”. Reconozco que tenía una curiosidad malsana por ver si Conchita Wurst era invitada este año, o bien su imagen no sería considerada apropiada para tanto niño y por tantos países del este que son los que controlan este festival. Evidentemente Conchita debió ver el festival por televisión porque por la fantástica Valeta no sacó su barba a pasear. Solo un diplomático mensaje de ánimo a los participantes colgado en la web para quedar bien.

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Una de las mayores estupideces del JESC fue desde sus orígenes hacernos creer que los tiernos infantes, aparte de ser cantantes, componían sus temas. Nunca nos lo tragamos. Todavía siguen diciendo que son compositores, pero en la mayoría de los casos dicen que lo hacen colaborando con músicos profesionales. Eso nos dio la oportunidad de escuchar otro bodrio de Thomas G:son por Suecia que quedó como el culo. Una de las pocas alegrías de la noche.

Escuché el festival a través de eurovision.tv lo cual también me provocó ciertas sonrisas. Intentaban hacer del evento un éxito mundial diciéndonos como les llegaban tweets de media Sudamérica, Japón, Canadá, Grecia, Turquía, Australia,…. Vamos, cuatro tarados como yo que no teníamos un plan mejor para ese sábado noche. Otro fantástico momento es que, después de anunciar a bombo y platillo toda la noche que iban a dar un premio especial al ganador de la votación online de la web, dicha votación nunca funcionó según ellos por el aluvión de personas que colapsó el sistema. Mucho me temo que el diseño del mismo era bastante patético y que pensaban que solo las familias de los participantes iban a tomar parte. Me asustaron los comentaristas cuando señalaron nada más empezar el evento que en España era trending topic el festival. Incrédulo yo, acudí a tweeter para comprobar que, si bien aparecía puntualmente como tercer trending topic, en el acumulado del día no pasaba del 26 puesto. Una nota de cordura en este país de pandereta.

Asistí a una sucesión de “Interval acts” sin sentido, ni para mayores ni para los niños, que no se tragan cualquier cosa. Y a una retahíla de postales publicitarias de Malta bastante mejorables que incitaban a viajar a la isla para practicar multitud de deportes, pero creo que la escalada libre por el palacio del primer ministro no es algo que ofrezcan en sus paquetes de todo incluido.

Pero vamos, no todo es malo. Me suele arrancar la sonrisa las versiones mini de cantantes famosos en su país. Así por Chipre pudimos ver a una mini Adamou, por Armenia una mini Shiruso. Y por Italia un topicazo de balada que puede participar en cualquier edición del Sanremo, y que por cierto ganó. Pero eso es lo de menos, ¿no? Vicenzo Cantiello sorprendentemente era el único varón (aunque con un plumón considerable) que participaba en el evento esa noche. Se ve que la discriminación positiva no tiene cabida en el festival. Las votaciones fueron emocionantes, es cierto, si bien eché de menos el jurado de Azerbaiyán que siempre hace lo que le sale del moño y ver a un niño emitiendo los votos amañados tiene su cosa. San Marino recuperó la cordura y le dio la máxima puntuación a Italia tras ignorarla este año en Eurovisión y Malta esta vez no se salió tanto del tiesto aunque le diera 10 y no 12 a Italia y premiara a los bodrios montenegrinos y sanmarinenses.

Otro año más del agonizante festival que no sabemos bien cuanto va a durar. Dure lo que dure, demasiado será.