Mălina Olinescu: un mal resultado para un trágico desenlace
Es duro ser el representante que peor posición has dado a tu país en una final de Eurovisión y ver como las puertas de las discográficas se van cerrando poco a poco. La situación se complica si previamente al festival tenías una carrera prometedora y si tus padres son dos conocidos artistas nacionales. Seguramente Eurovisión y el resultado obtenido no fueron los detonantes, pero tras su paso por Birghmigam en 1998 la vida de Mălina Olinescu no fue la misma.
Remontémonos al origen de todo. El 29 de enero de 1974, cuando faltaban exactamente 67 días para que ABBA arrasara Brighton con Waterloo, nacía en Bucarest y en el seno de una familia de artistas Mălina Olinescu. Su madre, la cantante Doina Spataru, y su padre, el actor Boris Olinescu, eran muy populares en aquella república socialista de Rumanía, hoy desaparecida. Además de por sus trabajos, la familia ocuparía las portadas de los periódicos rumanos tras la trágica muerte del padre en extrañas circunstancias. La policía determinó que fue un suicidio.
En ese mundo lleno de focos y escenarios, Mălina Olinescu descubre su pasión por la música desde pequeña y aunque hay quien asegura que empezó a cantar con 5 años y que formó parte del coro de su escuela, lo que verdaderamente podemos afirmar es que cantó delante de las cámaras un poco más tarde. Fue a principio de los 90 y después de que finalizara sus estudios de filología en la escuela superior Iulia Hasdeu, un centro púbico situado en el centro Bucarest.
Su debut como solista
Su primera gran oportunidad le llegó con 21 años. Mălina se presenta al festival de música pop Aurelian Andreescu y gana. Es un certamen para jóvenes cantantes que por aquel entonces celebraba su tercera edición, la última fue en 2011, y que recibía el nombre en honor a una de las grandes voces la música rumana fallecido a mediados los años 80.
Su triunfo le permite participar un año más tarde, en 1996, en Scoala Vedetelor (Escuela de estrellas). Una precuela de lo que año más tarde sería Operación Triunfo, en el que un grupo de chicos y chicas jóvenes interpretaban canciones pop tras cromas dignos de los mejores VHS de karaokes y con coreografías imposibles. Eran los 90 y mientras aquí triunfaba Rebeca con Duro de pelar, en Rumanía lo hacía este programa que empezó a emitirse un año antes de la incorporación de Mălina. La cantante estuvo hasta 1998 y lo compaginó con otros proyectos. ¿Queréis verla? Aquí tenéis algunos de sus mejores momentos en el programa.
Ese mismo año, entre grabación y grabación, Mălina se presenta al festival nacional de música Mamaia. Un concurso cuya primera edición tuvo lugar en 1963 y que algunos han definido como el San Remo rumano debido a su importancia y prestigio. Para ser su primera participación, la cantante no lo hace nada mal y consigue un tercer puesto en la categoría de interpretación.
Un año más tarde, la localidad costera de Mamaia la verá alzarse con el triunfo del festival. Para aquella ocasión se unió junto al compositor Adrian Romcescu para participar con el tema Mi-e dor de tine (“Te extraño”). Durante ese mismo 1997 la joven, también gana el primer premio de interpretación en el festival Golden Stag, un certamen de música rumana en el que han participado artistas internacionales como Ricky Martin, Tom Jones o Diana Ross. La canción, se convirtió en uno de los grandes hits de la década de los 90 en Rumanía. ¡Atención al look Titanic que lució Mălina en el concurso!
El paso por Eurovisión
La carrera de Mălina Olinescu va viento en popa, acaba de lanzar un primer disco Ready for you y junto a Andrian Romcescu ha sido la elegida para representar a su país con el tema Eu Cred. Mălina Olinescu no parte entre las favoritas para ganar en Birmingham. El huracán Dana acapara la atención internacional aunque la prensa llega a definir a la cantante rumana como una de las mujeres más bellas de la edición de ese año.
Mălina Olinescu actúa en decimoquinta posición, tras Portugal y antes que Reino Unido, país anfitrión y otro de los grandes favoritos del 98 con Imaani. Es la segunda vez que Rumanía consigue llegar a la final desde que lo intentara por primera vez en 1993. Recordamos que antes de que se instauraran las dos semifinales y tras el nuevo mapa de Europa que surgió a principio de los 90 la UER aplicó diferentes modelos de participación para dar respuesta al gran número de países interesados en participar en el festival.
Mălina opta por una puesta en escena sobria. Ella en el escenario, su super-collar y su vestido entre ocre y amarillo desafiando toda superstición. En la presentación que realizó José Luis Uribarri para TVE el periodista afirma que el traje fue confeccionado en España. En concreto, en la localidad madrileña de El Álamo y por una tía de la cantante. Un dato curioso pero en la actualidad y según el Instituto Nacional de Estadística en España residen 53 personas apellidadas Olinescu y aunque la mayoría se encuentra en la costa mediterránea, hay familia Olinescu en Madrid. Así que puede ser…
Fue una actuación correcta, sin embargo llegó tarde. En el 98 Eurovisión daba un giro radical y se modernizaba con la victoria de Israel. Mălina Olinescu tan sólo consiguió 6 puntos que curiosamente le dio el país ganador y quedó en una posición 22 por delante de Hungría, Francia y Suiza que aquel año cerraba la clasificación. Esta es hasta la actualidad la peor posición en una ifinal que ha obtenido Rumanía.
El regreso a Bucarest no fue tan duro como se esperaba. De hecho, fue bastante dulce y ese mismo año Mălina se volvió a presentar al festival de Mamaia, quedando en tercer puesto con el tema Pot sa zbor (“Yo puedo volar”). En esta ocasión además del trabajo de Adrian Romcescu contó con la colaboración del músico Adrian Despota. Un año más tarde sacaron al mercado un nuevo trabajo discográfico, con el mismo título de la canción que habían presentado meses antes.
Con la llegada del nuevo milenio Mălina probó suerte como presentadora en la televisión pública rumana. Junto al músico Petre Magdin estuvo al frente de Întâlnirea de la miezul nopţii (“Reunión de medianoche”), un programa de música que ya llevaba unos años en antena. Ese mismo año Mălina Olinescu también contrae matrimonio con Dan Stesco, teclista por aquel entonces de la banda Compact y hoy desarrollador de software para música electrónica.
A nivel personal y profesional parece que todo va sobre ruedas, pero poco a poco la carrera de Mălina Olinescu se apartaba de la música y ella lo que quería era cantar. Según sus propias palabras las casas discográficas empezaron a cerrarle las puertas, “nos dijeron que nuestra música no era muy comercial”.
La prensa y el mercado musical pierde el interés por Mălina Olinescu en los primeros 2000. Ella no desiste e intenta de nuevo presentarse a Eurovisión en año 2003 con el tema Tacerea doare (“Silencio doloroso”), Sin embargo, no consigue clasificarse para la final rumana.
En 2007 vuelve al ojo del huracán pero no es por un tema musical sino por su divorcio. A pesar de que la pareja logra separarse de una forma civilizada, Stenco afirma que su ya exmujer que tiene un carácter difícil, sufre cambios de humor bruscos y es celosa. Además la tacha de autoritaria, y explica que los problemas vienen de hace años. Tras la ruptura Mălina Olinescu entra en una gran depresión de la que no podrá salir nunca.
Apartada de la música y de los grandes platós de televisión, Mălina Olinescu se encuentra inmersa en un bucle de tristeza y llega a comentar a algunos amigos su intención de suicidarse. Sin embargo, sus ideas parecen desvanecerse cuando la joven vuelve a encontrar el amor junto a músico Calin Geambaşu.
A pesar de que parece que todo vuelve a ir bien, los que conocen a Mălina Olinescu saben que algo le pasa. No es la chica que siempre habían conocido y sus familiares le recomiendan ayuda profesional. Según varios medios rumanos la cantante acude a varios especialistas, pero no acaba el tratamiento en ninguno de los casos.
Un trágico final
El lunes 12 de diciembre de 2011 alrededor de la 1 de la madrugada, los servicios médicos rumanos (Smurd) reciben una llamada. Rápidamente envían una ambulancia a las cercanías de la estación norte donde hasta ese momento residía la cantante. Minutos antes, Mălina Olinescu había saltado desde el balcón del sexto piso en el que vivía. Los vecinos encontraron el cuerpo y tras intentarla reanimar durante unos 30 minutos los médicos confirmaron su muerte.
La muerte de Mălina Olinescu coincidió en el tiempo con la de otra cantante rumana. Meses antes, en julio de ese mismo año Madalina Manole se había suicidado bebiéndose 400 ml de Carbofurano, uno de los pesticidas más tóxicos que hay en el mercado. La coincidencia alimentó todo tipo de rumores y la prensa rumana empezó con las especulaciones.
Las noticias se sucedieron. Algunos medios fotografiaron y publicaron el momento del levantamiento del cadáver de Mălina y el diario gratuito Ring, llegó a publicar los informes psiquiátricos de Mălina Olinescu. La noticia se convirtió en todo un culebrón y cada día aparecían informaciones nuevas. Algunas fuentes afirman que en la casa de la cantante la policía encontró varias botellas de alcohol y una gran cantidad de sedantes, y que la pareja había discutido horas antes. Incluso hay quien apunta a que Mălina Olinescu echó de casa a Calim. Sin embargo, la familia nunca llegó a afirmar ni desmentir ninguno de estos rumores.
Mălina fue enterrada tras una pequeña ceremonia en el cementerio de Sfânta Vineri (Viernes Santo) en Bucarest. Un año más tarde, Calim Geambasu, organizó un concierto en su memoria en el que participaron varios artistas y en el que se interpretaron más de una veintena de temas nuevos que la cantante había compuesto en los últimos años y que no se habían publicados. Su figura sigue muy presente, tras el incidente su madre y su hermana acudieron a varios platos de televisión y sus canciones se han cantado en programas de gran éxito en la televisión rumana como La Voz.
¿Quién sabe hasta dónde habría podido llegar Mălina Olinescu, si el mercado de la música la hubiera escuchado? La respuesta continuará siendo un misterio. Tendremos que conformamos con el pequeño legado que nos dejó esta mujer tímida que forma parte de la gran historia de Eurovisión.