Talentos vendo que para mí no tengo
Antes de nada, les deseo un feliz retorno de las vacaciones. Tanto si las han tenido como si no, espero que hayan disfrutado de este veranito. Un verano en el que no han faltado las sorpresas (o más bien sustos), como la del descubrimiento de la fortuna secreta de los Pujol, el traslado de un enfermo de Ébola de Liberia a España, el recrudecimiento del conflicto entre Israel y Palestina, la guerra en Ucrania, su alto el fuego, etc. Israel, Ucrania, Rusia… esas realidades lejanas que participan en Eurovisión y cuyas tensiones parecen –solo parecen– volatilizarse momentáneamente en favor de unos momentos de gloria musical allá por mayo. Enuncio estos asuntos, pero no quiero profundizar en ellos; simplemente los recuerdo, para releer este artículo cuando se acerque nuestro Festival y decir “qué bien que se solucionó esto” o “qué pena que empeoró esto otro”, o peor aún (y más probable), “qué horror que lo silenciaron y manipularon todo, para que hoy hablemos solo de fútbol”.
Este retorno será “de alto voltaje”, como decía Pujol en su carta al Parlament, en todos los ámbitos: político, económico, laboral, inmobiliario, religioso, sexológico (esto era para comprobar que seguían leyendo), y por supuesto, eurovisivo. Ahí quería yo llegar pues tengo entendido que España pretende realizar un concurso de cazatalentos (The Hit, de patente irlandesa) para decidir quién será su representante en Viena 2015. Pero digo yo..¿Otra vez el mismo formato de siempre? ¿Otra vez las mismas críticas de “¿Por qué un ente público tiene que promocionar y priorizar a unos nuevos talentos con el dinero de todos… y al resto que les den morcillas de Burgos?» Porque recuerdo que Operación Triunfo se pasó a una cadena privada por este motivo. Pues todo indica que así será, con algunas modificaciones, claro. La historia es un péndulo y todo vuelve.
Algunas webs ya se atreven a dar detalles sobre quién será la productora (Europroducciones, famosa por hitazos como Grand Prix, Qué apostamos o La verdad de Laura), quién lo presentará (el bello Jaime Cantizano) y qué proceso de selección seguirá (primero el compositor de la canción y luego el intérprete). Esto último a mí no me gusta nada, pues como digo siempre (no aquí, pero en los corrillos eurovisivos que frecuento), no es lo mismo Euphoria cantada y bailada por Loreen que por Conchita Bautista (por cierto, un beso a ambas). Hay que tener en cuenta el registro, si la canción “le pega”, la voz, el potencial interpretativo. Soy de los que piensa que debería venderse siempre la canción y el artista en un mismo pack, para que no nos encontremos después con disconformidades épicas como las de Beth Rodergas o Lucía Pérez. Pero bueno, parece que no aprendemos.
Dejando a un lado los aspectos artísticos del programa propuesto y aún sin confirmar, lo que me sorprende es que en nuestro Ente Público no haya dinero para ciertas corresponsalías de los servicios informativos de TVE y de RNE (se prevén reducciones masivas de personal y de gastos operativos, por no hablar del ya visible recorte y baile de corresponsales en los Telediarios que parece Juego de Tronos). No tengan “medios” para programas de elaboración propia y de calidad, tengan que fusionar Teledeporte con La 2 a partir de enero de 2015, y sin embargo, sí puedan acometer dispendios faraónicos a productoras, como es el caso de Isabel (que ahí les felicito), Master Chef (también felicidades) o ahora The Hit (que, supongo, no será barato si se llega a realizar). Eso por no hablar del reciente estrenado plató de informativos, que daría para otro artículo.
Todo esto me chirría bastante. Ya lo advirtió mi admirada Rosa María Calaf cuando dijo que “si se continúa en esta deriva actual de lo público, se va a instalar la idea de que cada vez es peor y que para qué se va a gastar el dinero en eso. Y al final se acabará desmantelando”. Esto ya nos suena, pues hemos presenciado el cierre de algunas cadenas públicas, así que, sigamos recortando en lo que puede dañar la imagen del Gobierno y tirando el dinero en lo que da espectáculo… y cuando no quede más remedio, habrá que cerrar. ¿Es eso o no me he enterado bien?
Dicho esto, a mí claro que me gustaría ver un Melodifestivalen en toda regla aquí en España, claro que sueño con un gran certamen en un estadio o auditorio, viendo pasar por encima del escenario a los mejores artistas y nuevas promesas del país, con micrófonos de colores y sabores, sedas y cristales de “suaroskis” (como diría Terelu), ventiladores, pantallas gigantes y miles de focos y efectos escénicos. Porque talento hay ¡Y mucho! Así que si acaba siendo esta la fórmula definitiva y se garantiza la viabilidad del proyecto (a excepción del mencionado estadio), con una calidad técnica y humana sin precedentes y no una fábrica de muñecos rotos, a pesar de que yo soy más partidario del dedazo, pues la apoyaría como el que más.
Ahora bien, me siento en el deber de ser realista, soñar un poco menos y ser consciente de que hay que gastar en consonancia con las necesidades de la población… pero en este momento de crisis galopante (por mucho que hablen de recuperación en un mar de EREs y corrupción) dudo mucho que esta repentina decisión se deba a un cambio de tendencia en RTVE por una apuesta por la calidad, sino a un interés subrepticio del Gobierno por cargarse la cadena pública, como decía antes, argumentando que su gasto finalmente es inviable. No olvidemos que la deuda del Ente ya asciende a casi 800 millones de euros y que está a punto de “entrar en causa de disolución”.
En fin, ojalá me esté equivocando y muchos de ustedes puedan explicarme empírica y técnicamente la idoneidad de esta nueva forma de selección que parece que tendremos, pero permítanme que dude de todo. Para este programa no solo habría que exigir talento a los artistas, compositores y miembros del jurado, sino también a los que gestionan el servicio público que lo albergará, sin dañar las expectativas de los que disfrutamos con la música y, sobre todo, sin engañar a los que pagamos. Miedito me da.