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La emoción de un eurofan

carlosCarlos Quiles / Hola, llevo colaborando en la web de AEV desde hace un par de años, mi primer festival de Eurovisión visto de manera consciente es el de 1996, aunque mi primer recuerdo eurovisivo es de la participación de Nina en 1989.  Hoy escribo esta columna con el motivo de que parecen confirmadas las fechas oficiales del próximo Festival de Eurovisión. Si no hay cambios de última hora la final será el próximo 23 de mayo. Esto no tendría mayor trascendencia de no ser porque ese día es mi cumpleaños (cumplo 32) y porque será la primera vez en mi vida que tenga la posibilidad de ver un festival en directo. Me siento muy emocionado porque el azar haya querido jugar a mi favor, cambiando las fechas inicialmente previstas y ofreciéndome un doble regalo para mi próximo cumpleaños. El mismo día de mi aniversario, veré en vivo el evento que desde hace ya 18 años forma parte de mi vida.

Por él, he ocupado muchísima parte de mi tiempo:  en ver los festivales, revisarlos, leer toda la información que caía en mis manos, hablar con otras personas, escribir en diferentes webs, páginas, foros, redes sociales, etc. Me alegro de haber encontrado a un buen grupo de amigos, colegas y conocidos que día a día compartimos esta pasión y me hacen partícipe de algo tan grande que ya ha escrito un capítulo importante en la historia de la música, el Festival de Eurovisión.

En esta ocasión, esta humilde columna pretende ser un pequeño homenaje a todos aquellos eurofans que todavía no han podido ir a ver un festival en directo o tienen pensado hacerlo en la edición que se celebrará en Austria el año que viene. A día de hoy la máxima expectación está en la ciudad que será elegida. Aunque preferiría Viena, me da igual donde sea con tal de poder compartir mi pasión con gente de todo el mundo. Lo mejor de Eurovisión es que no hay fronteras ni idiomas, ni culturas.

Una vez al año las barreras idiomáticas, culturales o sociales no existen. Todos compartimos la misma pasión y el mismo lenguaje, nuestro amor por la música que Eurovisión nos ofrece. No se quién será nuestro representante, que países participarán o cual será la nueva Conchita Wurst pero solo se que lo que yo sentiré estando allí el próximo mes de mayo no me lo podrá quitar nadie y será una de las mejores experiencias de mi vida.  Para alguien que ama el festival y lo tiene presente día a día a través de conversaciones, música, imágenes o información escrita.

luciaMonizMi primer Eurovisión fue en 1996, con las caderas de Gina G (por motivos familiares vi el festival empezado) y me quedé hipnotizado por sus colores, el escenario, las performances de los cantantes, ese charme que desprendían las canciones y sobre todo, ese buen rollo que retransmite el festival de Eurovisión cada año donde compiten países en una competición sana donde si que hay rivales, pero no vencedores ni vencidos.

Todavía recuerdo las sonrisas de Lucia Moniz, Marianna Efstratiou o Maxine y Franklin Brown, el guiño a la cámara de Constantinos, el coro Gospel de George Nussbaumer, las caras meláncolicas de Kasia Kowalska y Kathy Leander, el tutú de Lisa del Bo, el despiste de Jasmine o la inolvidable y mágica atmósfera creada por Eimear Queen y su temazo The Voice. Para muchos fue nuestro primer festival y aunque ha sido superado ampliamente años después, para mi sigue siendo el mejor festival, el que siempre tendré como referencia, el que me hizo conocer este mundillo y el que se llevará siempre con más cariño porque me pilló en la etapa en la que dejé de ser niño para empezar a ser adulto.

Gracias al festival del 96 aprendí a querer a un evento musical único en el mundo que me hizo amar los idiomas, la música en otras lenguas, los cantantes de otros países y que incluso me dio la posibilidad de escribir en diferentes medios, cosa que sigo realizando actualmente y que me llena de satisfacción por darme la confianza de que tengo algo que decir en este mundillo eurovisivo.

 

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Conozco a muchas personas que ya han ido, al menos una vez, a ver un festival en directo y todos dicen lo mismo. Fue inolvidable, irrepetible, siempre lo recordaré, lo llevo grabado en el alma. Hay gente que incluso se ha hecho un tatuaje con el nombre de la ciudad de su primer festival, como una manera de rubricar y de perpetuar que él estuvo allí y que nada ni nadie le podrá arrebatar ese momento. Yo no se si me haré un tatuaje pero prometo guardarme un buen recuerdo de mi viaje y ver la manera de que la estancia en Austria el próximo mayo se refleje reflejada a través de un objeto, que cada vez que lo vea me ponga los pelos de punta y me haga sentir, que al menos una vez ví un festival en directo como corresponde a un buen eurofan y sentí de cerca lo que supone toda la parafernalia que rodea a un acontecimiento de estas características.

Tengo ya hechas dos reservas por si acaso, solo queda saber las fechas oficiales y el nombre de la ciudad. A partir de ahí se dará el pistoletazo de salida para la cuenta atrás hacia ¿Una de las mejores experiencias de mi vida? Seguro que si,  algo que sin haberlo vivido todavía  solo por lo que otros eurofans me han transmitido creo que todos los que amamos el festival debemos hacer. Austria 2015 nos espera.

Desde aquí, solo quería dar mi agradecimiento a todas aquellas personas que año tras año y desde el minuto uno trabajan incansablemente para que la pasión por Eurovisión no decaiga, ni siquiera en temporada baja. El Festival sigue más vivo que nunca  y por muchos años.