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Jean Claude Pascal, de las trincheras a Dior y de Dior a ganar Eurovisión

Carlos Sanandrés / ECarlos_Sanandresn 1961 Kennedy toma posesión como presidente de los Estados Unidos, los Beatles actúan por primera vez en el Cavern Club de Liverpool y España debuta en Eurovisión en un festival que ganaría Luxemburgo. El artífice del triunfo es Jean-Claude Pascal con Nous les amoureux. ¿Pero qué sabemos de aquel gentleman francés, ex combatiente en la segunda Guerra Mundial que daría la primera victoria al Gran Ducado?

París, 24 de octubre de 1927. En el seno de una familia pudiente dedicada  a la industria téxtil nace el joven Jean-Claude Roger Henri Villeminot, verdadero nombre del cantante-diseñador-soldado-escritor y actor francés que más tarde cambiaría sus apellidos por petición de sus padres. Desde pequeño empieza a trabajar en el negocio familiar y a relacionarse con la burguesía y la clase pudiente parisina. Siendo todavía un adolescente e influenciado por el negocio familiar se convierte en patronista pero al cumplir los 17 años, en 1944,  deja su trabajo para alistarse en el ejército. Son los últimos años de la II Guerra Mundial, París sería liberada de la ocupación alemana aquel mismo verano, concretamente el 25 de agosto. Sin embargo, Jean-Claude se traslada a Estrasburgo, junto a la frontera alemana, donde combatirá por la liberación de Alsacia en la 2ª división “blindée”.

Sobrevivió y  venció. A su regreso un año más tarde a la capital francesa,  Jean Claude recibe la Croix de guerre, una de las condecoraciones más prestigiosas que otorga el gobierno galo a aquellos franceses y aliados que han combatido en la primera y la segunda Guerra Mundial.  Los años 40 están llegando a su fin, y en breve, en  la primavera de 1948, Dior revolucionará el mundo de la moda, con su new look. París recuperará el esplendor, el glamour y volverá a ser el centro del moda.  Jean Claude, será un testigo de excepción y vivirá aquellos años intensamente, como lo haría cualquier joven parisino con dinero y con un futuro prometedor por delante.

Por aquel tiempo, Jean-Claude estudia en la Sorbona, aunque decide regresar al mundo del diseño y del patronaje. Primero colabora con Hermés, con  el gran Robert Piguet y trabaja también el maestro del momento: Christian Dior. Además su altura y su imponente físico, le permitieron realizar algunas campañas como modelo para  diferentes firmas.

Su verdadera pasión


En 1949, mientras diseña el vestuario de la obra de teatro “Don Juan” de Molière dirigida por Louis Jouvet,  entra en contacto con el mundo de la interpretación. En seguida descubre una vocación oculta y Jean Claude empieza a recibir clases de arte dramático del actor René Simón. Ese mismo año debuta junto a Pierre Renoir y en 1951 da el salto al cine con la película Les Mousquetaires du Roi.  Pronto daría el salto al mercado internacional con su participación en Quattro rose rosse, un film italiano de Pietro Leandri.

Son días de vino, champán y rosas para Jean Claude. La vida le sonríe a pesar de que se ha tenido que cambiar el nombre por presiones familiares. Películas, estrenos, fiestas con Brigitte Bardot, Gina Lollobrigida, Totò…, colaboraciones  en producciones extranjeras. Sin embargo, la crítica no reconoce su trabajo, ya que Jean Claude, forma parte de lo que en aquel momento en Francia se conoce como cine popular. Estamos a finales de los 50 y La Nouvel Vague empieza a despuntar y acapara toda la atención no de las salas de cine, pero sí de los estudiosos y cineastas franceses.

Quizás sea el espaldarazo de la crítica lo que le impulsa a probar suerte en el sector discográfico. En 1958, Jean Claude compone sus primeras canciones. No deja al cine, sin embargo, cada vez más de decanta por la música.  Su primer recital tiene lugar a principios de 1961, el mismo año en que participaría por primera vez en Eurovisión. Jean Claude canta en la mítica sala de cabaret parisina Bobino, en pleno barrio de Montparnasse. Interpreta sus propias canciones y versiona éxitos de coetáneos que después se convertirían en amigos como Jean Ferrat, Serge Gainsbourg y Bernard Dimey.

1961 fue un año clave para Jean Claude.  La  compañía Luxemburguesa de Teledifusión, hoy uno de los grupos de comunicación más importantes de toda Europa bajo el nombre de RTL,  le propone ser el representante del Gran Ducado. Luxemburgo, es uno de los países debutantes del festival y hasta aquel momento sólo había faltado a la edición de 1959. Su mejor posición había sido un 4 puesto en 1957 con Danièle Dupré y Amours mortes (tant de peine), Jean Claude acepta el reto. Su estilo dandy y sus baladas románticas encarnan a la perfección el ideal de cantante melódico que tanto gustaba en Europa a principio de los 60.

La victoria en Eurovisión

El 18 de marzo de 1961, después del representante danés, Dario Campeotto, sale al escenario del Palacio de Festivales y Congresos de Cannes, Jean Claude. Antes de él ya han actuado otros 13 países y  todavía faltan por cantar el Reino Unido e Italia. Traje oscuro, corbata, caída de ojos en los momentos precisos, media sonrisa, la “r” francesa y el resto es historia. Aquella noche Luxemburgo se alzaba con su primera victoria.

Recibió puntos de todos los países a excepción de Bélgica, Noruega y el Reino Unido.  Yugoslavia y Alemania le dieronel máximo número de votos, 5 mientras que  España le dio 2. La canción se convirtió en un éxito sobre todo en los países del Benelux. El nombre de Jean Claude Pascal y su éxito sonaron en guateques de Francia, Luxemburgo, Suiza y Mónaco.

Lo que no saben muchos de los que bailaron el tema bien agarraditos es que según Jean Claude Pascal, Nous les amoreux  es una canción que trata la presión que había entorno a los amores homosexuales en aquellos primeros 60; cuando faltaban años para que llegara la revolución sexual y cuando la OMS todavía consideraba la homosexualidad  como una enfermedad.

¿Fue una estrategia de marketing años más tarde? Echemos un vistazo a la letra de la canción y juzguen ustedes mismos:

Nous les amoureux (Nosotros, los amantes) //On voudrait nous séparer (nos quieren separar) // On voudrait nous empêcher (les gustaría impedir) // d’être heureux (que fuéramos felices)

Nous les amoureux (Nosotros, los amantes) //Il paraît que c’est l’enfer (parece que es infierno)  //Qui nous guette (que nos acecha) //ou bien le fer (o bien el hierro) //et le feu (o el fuego)

C’est vrai, les imbéciles et les méchants (Es cierto, los imbéciles y los crueles) //Nous font du mal, nous jouent des tours (nos hacen daño, nos fastidian) //Pourtant rien n’est plus evident (Sin embargo, nada es más evidente) //Que l’amour (que el amor)

Aquí, el vídeo con toda la canción subtitulada:

Ese mismo año, Jean Claude Pascal, se convierte en el intérprete en francés y alemán de Lily Marleen, después de la primera versión de Marlene Dietrich. La canción fue compuesta por el soldado  Hans Leip  durante la primera Guerra Mundial y años más tarde sería  interpretaría en España por Marta Sánchez. (¡Qué conexiones tiene la vida!).

Parece que la música por fin le da el éxito que no había conseguido con el cine. Jean Claude Pascal se codea con los grandes de la “Chanson Francaise”, llegando a cantar junto a Charles Aznavour y Jacques Brel. Sin embargo,  en 1970  la canción melódica está en horas bajas.  Las calles de París han sido testigo del mayo del 68 y los jóvenes buscan nuevos ritmos. Así que decide poner freno a su carrera como cantante.  Aunque continúa publicando LPs, Jean Claude vuelve a intentarlo en el mundo de la interpretación.

Estamos a mitad de los 70 y el francés pone todo su interés en el teatro y en la televisión, medio en el cual interpreta algunos telefilms y algunas obras clásicas. Sus apariciones son cada vez más esporádicas y el cine vuelve a darle la espalda. Su última película sería Unter den Dächern von St. Pauli, rodada en 1970 y en la que Jean Claude se interpreta a sí mismo.

La vuelta a Eurovisión

Si los setenta pasaron con más pena que gloria, los 80 parecen empezar con un nuevo reto.  Año 1981, la televisión luxemburguesa vuelve a confiar en el cantante francés para que represente de nuevo al país en el festival de la canción. Su predecesoras el año anterior, Sophie & Magaly, habían quedado en novena posición en la Haya con una actuación intrigante dedicada a Le papa pingouin.  Luxemburgo quería volver a las primeras posiciones de la tabla y Jean Claude era una apuesta fuerte. Hay que pensar que por aquel entonces, el ducado ya había ganado el festival en cuatro ocasiones.

La noche del 4 de abril de 1981 el  Royal Dublin Society acogió el certamen en el que participaban 20 países. Jean Claude era un veterano en el concurso.  Actuó en 4 posición, tras Alemania que aquel año quedó en segunda posición  e Israel que volvía a Eurovisión después de que se retirara en 1980 a pesar de tener cantante y canción.  El intérprete francés contaba con años de carrera a sus espaldas, el domino de la cámara y la simpatía del público alemán y francoparlante. Sin embargo, no fue suficiente.

Jean Claude repitió la misma técnica que le había dado el triunfo 20 años antes. Americana abrochada, balada, pose elegante, medias sonrisas a cámara y un tema,  C’est peut-être pas l’Amerique, que parecía compuesto para la edición del 61 y no la del 81. Los malos pronósticos que auguraba la actuación se confirmaron minutos más tarde cuando al final de las votaciones Luxemburgo quedaba en la décimo primera posición con 41 puntos y ningún doce.

Los jurados europeos no acogieron la propuesta de Jean Claude como él esperaba ni tampoco lo hizo el mercado musical. En 1983, el francés grababa su último disco en el que la mayoría de canciones habían sido compuestas por Gilbert Sinoué. Dos años más tarde, realizaba su última aparición televisiva en Au teâtre ce soir, lo que sería la versión francesa de Estudio 1.  Actuará en la obra Adieu Prudence.

Su otra gran pasión

Jean Claude decide entonces apartarse de los focos y de los escenarios,  y se centra en la historia, otra de sus grandes pasiones. En 1986 sale al mercado su primer libro Le Beau Mosque su autobiografía, que consigue un cierto éxito editorial. Después vendrán algunas novelas históricas y algunas biografías como la de María I de Escocia o la del Duque de Luynes. Son obras que demuestran su gran conocimiento sobre los siglos XVI y XVII pero que no atrapan al gran público.

Tras un tiempo de silencio, el 5 de mayo de 1992 salta la noticia. Jean Claude Pascal, muere de cáncer de estómago en el hospital Beaujon, en Clichy a las afueras de París. Muere olvidado por la crítica y el púbico y su fallecimiento tiene poca repercusión mediática. En España El País apenas le dedica un párrafo.

Es incinerado y sus familiares y allegados, se encargan de cumplir su voluntad en una ceremonia íntima. Reparten las cenizas entre la bahía del Monte Saint- Michel y la bahía de Hammamet en Túnez.  En el panteón familiar, en el cementerio de Montparnasse, se coloca una placa en memoria del cantante y actor.

A pesar de su trayectoria, la figura de Jean Claude Pascal pasa desapercibida durante más de una década hasta que hace algunos años, fue elegido como uno de los hombres más elegantes de toda Francia. Sus camisas y sus trajes fueron expuestos en el Musée de la chemiserie et de l’élégance masculine, en la localidad de Indre.

La fama y el reconocimiento es algo efímero.  Sin embargo Jean Claude logró hacer historia ya no sólo en la primera Guerra Mundial o por codearse con algunos de los nombres más reconocidos del siglo XX. Su nombre será recordador por ser el responsable de la primera victoria de Luxemburgo y por ser el ganador de la edición en la que España debutó  en el festival de Eurovisión.