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La revolución del Fénix

Fran_Diaz_Perez
Fran Díaz // Otra vez todo ha terminado, un año más tras 6 meses de idas y venidas, de comentarios en cualquier medio que se tiene a mano, de estar pendiente de hasta el más mínimo detalle de todo lo que rodea a este evento que nos vuelve locos, todo ha vuelto a terminar. Todo el esfuerzo, las ilusiones, las energías, las decepciones, los enfados y las iras todo se resumió en una gala de más de tres horas que desde Copenhague nos hizo vibrar con un magnífico espectáculo que nos tuvo en vilo tanto a los que desde casa disfrutábamos con los amigos o la familia, o simplemente con uno mismo. Todos aquellos afortunados que saltaban y gritaban hasta la afonía desde el propio escenario eurovisivo enarbolando infinidad de banderas de múltiples colores y sintiendo de primera mano la emoción del momento. Todo ha quedado ya en el pasado.

De las cenizas de este ya extinto espectáculo solo uno de los que participaron en él ha sido capar de resurgir de ellas, solo uno se ha convertido en un flamante ave fénix que ha sido capaz de incendiar con sus alas a todos los rincones de Europa, a aquellos que ven con buenos ojos su vuelo y a aquellos rancios, decrépitos e instalados en la más absoluta de las oscuridades ideológicas donde el menor atisbo de cordura y de apertura hacia la realidad que se vive en el resto de Europa es acallado con golpes y con sangre.

Conchita, Conchita, Conchita…gritaban miles de voces en el escenario del Festival y Conchita, Conchita, Conchita gritan miles de portadas de revistas y periódicos, de muros de Facebooktweets, blogs, radios y televisiones. Porque si algo se ha sacado de todo esto es que la victoria de Conchita Wurst en el Festival de Eurovisión puede que marque un antes y un después tal como algunos antes que ella hicieron, haciendo que nuestro querido y para muchos pasado de moda festival vuelva a renacer como un fénix y  sin dejar indeferente a nadie.

 

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Con Conchita se ha conseguido lo que hasta hace poco parecía impensable, que uno de esos países cuyo destino era estar por siempre como meros figurantes dentro del festival, esos países que tenían que estar por tradición pero nada más, consiga de nuevo tras 48 años una victoria. Se ha conseguido que muchos de los amantes del festival que vivimos en uno de esos países que a pesar de tener la suerte de poder estar sin presiones en la final del certamen año tras año solo podemos aspirar a no quedar demasiado mal, veamos ahora la luz al final del túnel y que todos hayamos pensando….¿Si Austria lo ha conseguido, igual nosotros lo hacemos el año que viene?  Gracias a Conchita se ha conseguido que incluso los países del este, esos tan “democráticos y abiertos al mundo”, hayan formado parte de su triunfo ya que sin sus votos jamás se hubiera conseguido tal hazaña: son demasiados y poseen un gran peso en el resultado.

¿Cuál ha sido realmente el secreto de su éxito para que Austria haya sobresalido sobre las demás?. La mayoría sin pensárselo dos veces contestan que la cantante era una mujer barbuda y que eso ha sido únicamente lo que ha hecho que este “milagro” eurovisivo haya sido posible, que era un friki propio de un festival friki como este. Yo  y espero que otros muchos, no pensamos lo mismo.

Sin duda la presencia de Conchita llama la atención desde el minuto uno y esto ha jugado mucho a su favor y quizás también algo en su contra, antes de pisar el escenario de Copenhague ya era archiconocida por todos aquellos que siguen el festival y posteriormente durante el espectáculo era casi imposible encontrar a alguien que lo hubiera visto que no se acordara de la cantante austriaca, pero eso sólo no basta. Este año Austria ha hecho bien los deberes, no sólo ha sabido sacarle juego a su cantante, sino que esta llevaba una muy buena canción con una gran melodía y bien cantada. Rizando el rizo llevaba también una puesta en escena impactante y acorde con el tema haciendo brillar todavía más a la canción. Desde el momento que vi como Conchita defendía su tema en la segunda semifinal, supe casi a ciencia cierta que estaba frente a la ganadora del festival del 2014 porque nadie ha sabido transmitir como ella y su mirada cada segundo de la canción, la cámara la adoraba y ella se dejaba querer.

Por otra parte, en la zona negativa de la presencia de Conchita en el escenario encontramos que muchos de los que vieron su actuación sólo se han quedado con la imagen de ella: una mujer barbuda sobre un escenario sin ni siquiera prestar atención al tema que defendía, básicamente lo que todos deberíamos haber hecho. Escuchar la canción y no olvidar que de eso trata el Festival de Eurovisión, señores no nos olvidemos que se trata de CANCIONES. No se puede dudar que la sola presencia de la artista confundía a una gran parte de la audiencia que desgraciadamente no han sabido escuchar el tema, han sido literalmente engañados por la vista, lo digo con conocimiento de causa porque muchos de los no-eurofans que me han preguntado por el resultado no sabían cuál era la canción ganadora, no se acordaban de ella, solo de la mujer barbuda y sinceramente este aspecto me parece muy triste.

Con la victoria austriaca igual estamos en un cambio de tendencia hacia un nuevo festival  porque no sólo era ella una de las firmes candidatas a obtener la victoria sino que también se barajaban los nombres de Países Bajos y Hungría, algo  impensable en los últimos años donde las previsiones estaban prácticamente copadas por los países del este y los nórdicos. Ahora quizás se haya conseguido ese tan deseado equilibrio en las votaciones donde a pesar de los siempre votos vecinales que son imposibles de eliminar se haga lo que se haga o se invente lo que se invente, se puedan lograr victorias más justa, menos orquestadas y más acorde con el gusto de la mayoría de los europeos.

El ave fénix de Conchita ha desplegado sus alas y ha incendiado los países del este que ven esta victoria como algo vergonzoso y que incluso se piensan retirar del certamen, como se ha estado comentando estos días sobre Rusia o Turquía, sin darse cuenta en realidad que lo vergonzoso son sus palabras, sus ideas tan ancladas en el pasado y tan lejanas a la libertad personal de cada uno y que en realidad su ausencia del certamen no va a ser especialmente llorada por aquellos que en verdad amamos el festival y que vemos como años tras años surgen escándalos de compra de votos y de acciones irregulares que lo único que consiguen es ensuciar la imagen de Eurovisión. Para muchos de nosotros las puertas las tienen muy abiertas, para que por ellas salgan y no vuelvan hasta que primero no limpien su conciencia y sus métodos tan totalitarios y casi dictatoriales,  y es que por mucho que uno lo intente disimular: la cabra siempre tira al monte.

El Fénix se ha elevado y ha revolucionado a toda Europa, por eso espero que el calor que su fuego ha generado acabe con la mala fe de muchos pero que prenda como una llama viva sobre las esperanzas de todos aquellos que deseamos que algún día nos toque a nosotros.

Enhorabuena Austria, enhorabuena Conchita……