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¿Cuanta calidad musical hay en Eurovisión 2014?

Fernando_Colino Fernando Colino /

Me he animado a escribir este artículo para aportar mi opinión sobre la calidad  del Festival de Eurovisión 2014. En estos meses previos, a medida que se iban conociendo las canciones que participarían, se comenzó a extender la idea o visión colectiva de que estamos ante un festival “muy raro”, “muy aburrido” o decididamente “muy malo” en cuanto a la calidad de las canciones. Más allá de las opiniones que cada uno podamos tener, creo que es importante tener en cuenta que el festival ha cambiado mucho en las últimas dos décadas, y muchísimo más en los últimos años. Diversos factores han contribuido a ello, y todos van íntimamente relacionados:

La introducción del inglés como principal idioma de las canciones.  El inglés empezó a colarse en las letras de varios países hace ya muchos años pero en los últimos es prácticamente masivo en casi todas ellas; países incluso más reacios como España también este año presentan un tema prácticamente casi todo en inglés. Suelen quedar excepciones (y no siempre) como Italia, Francia, algunas veces Israel o Chipre, algún país balcánico.

El televoto contando como el 50% de los votos totales de cada país.

-Las nuevas tecnologías que permiten infinidad de posibilidades respecto a los intérpretes y sus canciones: desde hacerles un seguimiento por Facebook o Twitter, pasando por ver sus vídeos actuales y previos en youtube (ya quedaron atrás esas emisiones especiales de TVE con una tanda de vídeos por día de las canciones participantes), leer sobre sus giras, opiniones, ensayos, etc en la multitud de webs dedicadas al festival y hasta participar en diversas aplicaciones desde los smartphones. O esos LEDs y programas informáticos que hacen que los festivales sean auténticos shows televisados en la línea de cualquier concierto de un intérprete de éxito internacional.

La globalización de la cultura que afecta sin duda a la música. Esta avalancha unificadora que afecta a muchos ámbitos de la vida (todos los europeos acabamos comiendo pizza o kebabs, o viendo las mismas películas, o participando a nivel europeo en deportes de interés colectivo, etc) es abrumadora en el caso musical, con algunas excepciones locales. Solo hay que ver las listas europeas de la música más vendida en itunes para comprobar que las suelen copar los mismos canciones y artistas. Y evidentemente cuando un país presenta una canción en Eurovisión es con la intención de gustar a nivel europeo, a todos, como si de una Rihanna cualquiera se tratara.

Me atrevería a afirmar que tenemos un festival más democrático que hace años, más participativo, más joven, más global, menos kitsch y también más dirigido hacia una representación de la música pop actual, aunque por contra menos representativo de la identidad de los países participantes. ¿O es que las identidades de cada país se van difuminando por esa globalización?

Toda esta introducción me lleva a considerar este festival como la culminación de una tendencia reciente (tanto “Euphoria” como “Only teardrops”, las dos últimas ganadoras, han sonado bastante en radios y han estado presente en listas de éxitos, algo que no sucedía desde algunas ganadoras-acontecimientos como Dana International) y verlo como el más  decididamente pegado a su tiempo, a los usos y costumbres de los europeos, a la música que habitualmente escuchan. Incluso desde diversas webs de música actual se han hecho eco de las grandes similitudes entre algunas canciones de este año e intérpretes pop muy conocidos por todos. Al escuchar el playlist del festival 2014 es como si, salvo excepciones, estuvieras escuchando una radio de éxitos. Algunos ejemplos de este año serían:

Armenia y Hungría quizás son los más evidentes, y además son dos de las favoritas. Hace unos años ninguno hubiéramos pensado que este tipo de canciones pudieran ganar un festival. Aram Mp3 hace una canción intimista, que sube en intención según avanza, añadiendo violines, tonos guitarreros y un toque drum&bass al final. Que esta canción esté número 1 en las apuestas no deja de sorprender. Hungría puede ser la canción más moderna de este año; es un dub step muy actual, que sube y baja en ritmo, con un estribillo potente y muy bien producida. ¿Estamos pues ante un festival muy raro?

Pero hay otras muchas canciones que suenan al pop actual que escuchamos habitualmente: Bielorrusia es un remedo bastante descarado de Robin Thicke y su “Blurred lines”, la polaca es ciertamente una canción novedosa conectando con Gwen Stefani y esas palmas de M.I.A. más allá de gustos personales.  Los islandeses la puesta al día de Red Hot Chili Peppers, Finlandia es una mezcla de Coldplay y The Killers mientras que Malta son los Mumford & Sons del sur de Europa.

La canción francesa parece inspirada (incluso demasiado, al borde del plagio) en los belgas Stromae, “Cliche love song” del danés Basim podría ser perfectamente el nuevo single de Bruno Mars o la ucraniana “Tick-tock” tiene el mismo título que el hit de Kesha y ciertamente tiene el tono parecido. La griega “Rise up” suena a muchas canciones que podemos bailar en bares y la noruega podría ser también el nuevo single de Tom O’Dell o John Grant. Incluso tenemos temas orientados al country como es el caso de Suiza o los Países Bajos.

Las baladas están muy presentes este año, pero no son baladas al uso sino más desnudas, más íntimas, más nihilistas que las habituales. No son baladas tipo Chiara sino que se suelen distinguir por algún elemento no nuevo pero sí esencial, como los ritmos étnicos (Azerbaiyán), las cuerdas (España) y el citado drum&bass armenio. Pero en la mayoría recordamos de ellas el piano, omnipresente este año (¿cuantas canciones comienzan con las teclas del piano? Yo he contado y me salen unas 9) y la voz. Pura melodía como la canción de Sanna Nielsen. ¿Esto hace del festival que sea muy aburrido?

Ciertamente no son todas las canciones pero sí creo que este año es un buen ejemplo de como el festival ha cambiado, ha entrado definitivamente en consonancia con el mundo que le rodea, se ha rejuvenecido y abierto sus puertas a otras músicas. Nos puede gustar menos o no, nos puede parecer menos adecuado o no pero por mi parte al menos se agradece la variedad, el riesgo y el intento de hacer algo novedoso, y representativo de la música europea de 2014.

De todas formas, para los nostálgico siempre nos quedará Portugal.