Eurovisión 2013: ¿Solo lágrimas?

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Carlos Quiles /

Ha pasado ya más de un mes, de la última edición del Festival de Eurovisión y como el año pasado, toca hacer balance de lo acontecido en el certamen. Un festival que ha resultado más previsible de lo deseado, pero que nos ha dejado sorpresas positivas para unos y negativas para otros. Como si estuviéramos en un colegio y esto fuera la última evaluación, voy a hacer mi particular repaso a modo de boletín de notas a la antigua usanza.

PROGRESA ADECUADAMENTE:

La vuelta a los idiomas originales. No se sabe si será por esa “vuelta a los orígenes” que Suecia quiso transmitir con este último festival, pero se aplaude la idea de que hayamos podido escuchar hasta trece idiomas diferentes en un festival donde los últimos años algo así, parecía casi una extravagancia. Ojala que no sea una moda pasajera.

Holanda y Bélgica. Dos países con una trayectoria errática los últimos años en Eurovisión y los dos han conseguido pasar a la final con canciones muy diferentes que han generado diversidad de opiniones. No solo han pasado (Holanda llevaba desde el 2004 sin pasar a la final y Bélgica solo se había clasificado dos veces de sus nueve últimas participaciones), sino que han obtenido dos buenos puestos en la final (9º y 12º respectivamente), puestos que otros países favoritos, hubieran deseado. Esperamos que no sea un espejismo.

Grecia. Una canción que pintaba para quedarse en el bottom y gracias a la simpatía de sus intérpretes y a su falta de pretensiones, consiguió hacerse con un meritorio 6º lugar. Si Grecia no estuviera el año que viene, se le echaría mucho de menos.

Malta. Aunque es una canción que no levanta muchos entusiasmos (a mí me encanta) creo que su optimismo y simpatía le valió a este país un top10 que no lograban desde el 2005.

DESTACA:

Dinamarca. Un país que se curra su participación año tras año. Siempre acierta con sus canciones y alguna vez le tocaba dar en la diana. Este año lo ha conseguido y aunque no era de mis favoritas, se mereció el triunfo por la sencillez y el buen gusto de la actuación.

Italia. Un gran Marco Mengoni, solo en el escenario, como los grandes cantantes, demostró que cantando un temazo en italiano y sin una gran parafernalia, se puede obtener un 7º lugar muy meritorio. Se habría merecido más.

Hungría. Para mí, el gran tapado de esta edición. Ni esperaba que pasara a la final, ni esperaba que fuera a quedar en un top10. Me quedé con la boca abierta. Para mí, el tema The sound of our hearts era un señor temazo y quedó fatal y este que era poquita cosa, pero eso sí, muy original y con un estilo “indie” muy marcado y conquistó al público. Sin duda, Hungría se merece una mención este año. Además, volvimos a escuchar el idioma húngaro algo que no se hacía desde el 2005.

Los interval acts. Creo que este año Suecia ha acertado con sus “interval acts” como el de Loreen cantando Euphoria con un grupo de niños en lengua de signos o los concursantes pasando por la pasarela en la final. Ojalá también se recupere esa esencia de que lo sencillo también puede ser lo más interesante y llamativo.

NECESITA MEJORAR:

El BIG5. Salvo Italia, un año más el Big5 ha caído al pozo de los pozos. No se puede ir de favorita, haciendo una actuación tan discreta como la que hizo Alemania, una puesta en escena (y me ahorro lo de la voz de Raquel) tan de fin de curso como la de España o que por el Reino Unido, se escuchara más al coro que a la cantante. A la canción francesa de este año le tengo mucho cariño y creo que además del hándicap de salir primeros, les faltó una puesta en escena con más garra, porque considero que tenían una canción potente y que podría haber dado mucho juego. A ver si el año que viene volvemos a ver alguno de ellos en el top10.

Los países balcánicos: Que ningún país de la extinta Yugoslavia se clasificara para la final, es poco más que una tragedia. Ni siquiera Serbia o la pertinaz Albania, que son los que suelen hacerlo, lo lograron. A ver si el año que viene tienen mejor suerte y Bosnia-Herzegovina regresa al festival.

La organización. Yo no estuve allí en directo viendo el festival, pero por lo que me han contado, creo que la organización dejó mucho que desear en algunos momentos. No puede ser, que los restos de confetti o de otros elementos que quedaran por el suelo del escenario, al barrerlos, se lo tuvieran que tragar los eurofans que habían decidido ver de pie el festival. No puede ser, que antes de acabar las votaciones, ya se anunciara que Dinamarca había ganado (aunque fuera verdad). No puede ser que el escenario en algunos momentos (a mí me lo pareció) pareciera no tener vida. En algunas actuaciones, se veía como un escenario muerto, sin energía, sin vida, sin atractivo. Se puede ser austero pero sabiendo usar bien los recursos y eso este año, ha fallado.

Es el turno de entregar las notas. He evaluado a los países de manera global, tanto por la canción, como por el cantante, por su puesto en Eurovisión y por los resultados obtenidos, más allá de criterios personales o subjetivos.

SOBRESALIENTE: Dinamarca, Noruega, Italia, Hungría, Holanda, Grecia y Ucrania.

NOTABLE: Bélgica, Malta, Rusia, Azerbayán (quedó segundo con un gran tema y una gran puesta en escena pero siempre están bajo sospecha, por eso se quedan en notable)

BIEN: Moldavia, Rumania, Islandia (creo que se mereció más de un 17º lugar)

SUFICIENTE: Suecia, Georgia, Bielorrusia, Armenia.

INSUFICIENTE: España, Alemania, Reino Unido y Francia. Irlanda, Finlandia, Lituania y Estonia.

Al final, no todo son lágrimas, porque algunos países se han llevado muchas alegrías y el hecho de clasificarse para la final, ya es un triunfo para ellos. En septiembre, empieza un nuevo curso. Veremos quiénes son los alumnos aventajados y quiénes los rezagados.