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Olevisión nº 50: Antología del cero

olevision 4

Os ofrecemos la segunda entrega del repaso por los cincuenta números de la revista Olevisión. Hoy recordamos un artículo contenido en Olevisión 4, de febrero de 1998, sobre la Antología del Cero en Eurovisión. Curiosamente esta edición de Olevisión se caracteriza porque la protagonista de la portada lo sería también dos números más tarde. Los editores de Olevisión decidieron sacar en portada a la cantante israelí y todo el revuelo que se había creado tras su elección. Poco después, Dana ganaría Eurovisión y volvería a ocupar la portada de nuestra revista. Dana es, pues, la única artista que ha aparecido en la portada de Olevisión dos veces.

Al leer el artículo que encontraréis pinchando en el «read more» tenéis que tener en cuenta que en este artículo solo se repasan los ceros hasta la fecha de la revista y que, obviamente, no están incluidos ceros históricos como el de Gunvor, Gemini, Piero Esteriore o Gipsy.cz. El autor del artículo no es otro que nuestro querido Presidente, Jaume Guerrero.

¿Puede haber algo más decepcionante para un cantante que quedar último en Eurovisión? Seguramente sí: hacerlo con cero puntos en el marcador. Han sido 32 los Intérpretes que han pasado a la historia con la cruz del «zero points», con la que, en su día, vieron recompensado su trabajo de semanas y semanas de preparación para el Festival. La mayoría de estos cantantes tuvieron que enfrentarse después en sus paises de origen a la burla y el escarnio popular y también al fracaso discográfico. De ceros, en la historia de Eurovisión ha habido muchos: merecidos, inmerecidos, justos, injustos, explicables, inexplicables… En este articulo vamos a hacer un acto de justicia histórica eurovisiva y vamos a recordar a todos aquellos cantantes que un día tuvieron que volver a sus paises respectivos con un «rosco» bajo el brazo.

Iniciemos nuestro viaje por la historia del Festival en los lejanos años 50: allí no tenemos datos que confirmen la presencia de algún cero, si bien disponemos de las actas de tres años, ya que en 1956, en la primera edición, no hubo votaciones públicas.

Los 60 son la década que más ceros dispensó: nada menos que diecinueve roscos. En parte podemos culpar de esta proliferación de ceros al sistema de votación que se utilizó entre 1962 y 1966 (cada pais votaba solamente por tres canciones). Los primeros en volver con los bolsillos vacios a sus paises de origen fueron, en 1962, los representantes de Bélgica (Fud Leclerc con «Ton nom»), Paises Bajos (el dúo Spelbrekers y la ritmica «Katinka’), Austria («Nur in der Wiener Luft», presentada por Eleanore Schwarz) y España. Naturalmente aquel cero al glorioso representante español (Victor Balaguer con «Llámame») no fue especialmente bien recibido en la oscura España de principios de los 60 y fue considerado como una afrenta hecha por los vecinos europeos.

Al año siguiente, 1963, fueron nuevamente cuatro los países condecorados con un cero; por segunda vez consecutiva los Paises Bajos («Een Speeldoos» con Annie Palmen), Noruega, añadiendo otro fracaso («Solhverv» con Jan Holland) a sus patéticos años 60, la casi debutante Finlandia («Muistojeni Laulu» con Laila Halme) y Suecia, con su único cero en la historia del Festival: «En gang i Stockholm» con Mónica Zetterlund.

En 1964 nos llegaron otros cuatro ceros. El primero se lo llevó Nora Nova por Alemania con su tema «Man gewöhn sich so schnell as das Schöne». El segundo cero se fue muy cerquita, a Suiza. Fue para Anita Traversi y el tema «I miei pensieri». Yugoslavia fue otro de los países agraciados con el cero. La canción se llamaba «Zivot je Skiopio Krug» y la cantó Sabahundin Kurt. Finalmente el cuarto cero fue para el debutante Portugal. La verdad es que los lusos no tuvieron un debut muy afortunado con la «Oraçao» de Antonio Calvario, pero al menos no se desanimaron como Lituania en el 94 y siguieron participando ininterrumpidamente hasta hoy.

LLegamos al 65 y de nuevo son cuatro los ceros: uno para Alemania («Paradies wo bist du?» con Ulla Wiesner), otro para Bélgica («Als het weer lente is» con Lize Marke) y un tercero para Finlandia («Aurinko laskee lanteen» con Viktor Klimenko). El cuarto, como todos sabréis se lo llevó España con Conchita Bautista y su «Qué bueno, qué bueno». Conchita ha dicho varias veces que su inmediata reacción en el Festival tras conocer el resultado final fue marcharse llorando a su camerino. Aquel gesto atrajo a los periodistas y llego incluso a eclipsar la victoria de la representante de Luxemburgo France Gall. Conchita Bautista logró el dudoso honor de ocupar un puesto el Bottom-25 del pasado número de Olé-Visión.

conchita

En 1966 los ceros se redujeron a la mitad: hubo solamente dos: uno se lo llevó la monegasca «Bien plus fort» con Tereza (que volveria al Festival para vengarse, en 1972, por Yugoslavia). El otro,
inexplicablemente, se lo llevó Italia, que acudía representada por la reciente ganadora del Festival de Sanremo’66, «Dio come ti amo» interpretada por Domenico Modugno. Aquel cero indudablemente marcó el final de las relaciones entre Sanremo y Eurovisión. Tras aquella ofensa a la música italiana, la RAI decidió no enviar nunca más al Eurofestival la canción ganadora de Sanremo.

domenico

Y llegamos a 1967, año en el que Suiza se tuvo que tragar el segundo cero de su historia. Fue para Geraldine con «Quel coeur vas-tu briser?».

Los años 70 fueron más calmados en cuanto a ceros se refiere: solamente hubo dos. Pudo haber habido más, pero el sistema de votación empleado entre 1971 y 1973 (en el que cada pais tenia que votar por todas las canciones) frenó la proliferación de ceros. Luxemburgo se llevó el primer cero de la década; fue en 1970 y se lo llevó David Alexander Winter con «Je suis tombé du ciel». El segundo cero de los setenta fue para Noruega en 1978. Se lo llevó el tema «Mil etter mil», interpretado por Jahn Teigen. Con este tema, Jahn efectuó su debut eurovisivo. Volveria en 1982 y 1983, y tendria mejor fortuna.

La década de los ochenta fue un poco más movidita en cuanto a ceros: un total de siete roscos. El primero lo encontramos en Dublin’81, nuevamente con Noruega. Finn Kalvik fue el autor e intérprete de «Aldri i livet» y no logró atraer ni un solo voto. Por cierto que todos los años, cuando llega el ESC, el Teletexto de TVE deja a disposición de los usuarios un artículo sobre la historia de Eurovisión e indica que el ganador fue el propio Finn Kalvik con «Making yoor mind up» (¡¡!!).

No tuvimos que aguardar mucho para encontramos otro cero: se produjo en 1982 y lo obtuvo Finlandia con «Nuku Pommiin», interpretada por Kojo. Llegamos a 1983, año cumbre del recuerdo popular eurovisivo en cuanto a ceros se refiere. Hubo dos: uno para Turquía y su «Opera» de cetin Alp & The Short Waves, tema que con el paso del tiempo no ha perdido facultades y continúa cada trimestre en el Bottom-25. El otro cero fue para España y «¿ Quién maneja mi barca?». Remedios Amaya, nuestra representante, tuvo que apechugar con su cero y la verdad es que ha sido toda una rémora para su carrera artística. Podriamos decir que Remedios fue una adelantada a su tiempo: en 1983 el ESC no estaba preparado para acoger música étnica y triunfaban las canciones pegadizas y simples.

No hay más ceros hasta 1987. Se lo lleva Turqula con «Sarkim sevgi ustune», interpretada por la experimentada Seyyal Tanner y el grupo Locomotif. En 1988 los austriacos se llevaron un cero. La canción «Lisa Mona Lisa», interpretada por Wilfried, es la que más pasiones levanta entre los votantes del Bottom-25.

Hasta las lejanas y frias tierras de Islandia viajó un cero en 1989: se lo llevó Daniel con «Pad sem enginn ser».

thomas daniel
Y llegamos a la última etapa de nuestro viaje: los años 90. En esta década han sido solamente cuatro las canciones con cero. El primero lo encontramos en Roma’91, un Festival cargado de emoción y originalidad, del que np pocos recordarán que fue para Austria. Se lo llevó «Venedig im regem» con Thomas Forstner, quien sólo dos años antes en Lausana habla conquistado un quinto lugar.

1994 le deparó un cero a la debutante Lituania. Dicho cero nos ha demostrado lo irritante que puede ser un cero en el año del debut: desde entonces no hemos vuelto a saber nada de los lituanos. Por cierto, que aquella canción, «Lopsine Myliamai» es otra de las asiduas al Bottom-25. Finalmente los dos últimos ceros datan de 1997. Uno se lo llevó Noruega («San Francisco», de Tor Endresen), tras cuatro años gloriosos y otro la portuguesa Célia Lawson («Antes do adeus») cuya cara de decepción al ver las votaciones del 97 resume muy bien desagradables que resultan los ceros.

celia y tor

En estas cuatro décadas de Festival el país que más ceros se ha llevado del concurso sido Noruega, con cuatro, seguido de Astria, Finlandia y España, con tres. En el extremo inverso, los países que todavía no se han llevado un cero son, a parte de los de ingreso en los 90, los que integran el sólido grupo del Europrestigio: Reino Unido, Irlanda, Francia, Israel y Malta. Caso aparte son la parejita feliz, Chipre y Grecia, que, como sabéis, no tienen reparo en intercambiarse sus doces mutuamente cada año. Por último hemos de añadir un país más a esta corta lista: se trata de Dinamarca que, curiosamente, a estas alturas de la película, todavia no se ha llevado «Zero points».

Puedes ver un video recopilatorio de estas canciones haciendo clic aquí.

Jacques dice:

¡Menuda Polaroid! Qué cosa tan inocente, parece que lo haya escrito mi hijo.